lunes, 26 de marzo de 2012

A los 25 + 1

Hace un buen par de semanas que no había vuelto a escribir, puedo acusarlo

a la falta de tiempo, puedo excusarme en la desmotivación y también debo agregar el “exceso” de trabajo. En fin, hoy debo escribir y no porque “deba” hacerlo, sino porque quiero hacerlo. Dos semanas atrás cumplí 25+1 años, y debo aceptar que hasta los 25 cantaba orgulloso mi edad. Hoy no lo siento igual, a partir de hoy diré q tengo 25 +1 año.
Siempre, durante el año, me tomo unos instantes de retrospectiva y trato de analizar y pensar los avances y retrocesos que pude haber tenido en el periodo más reciente de mi existencia. Durante los 25 debo confesar que hice un poco de algo y un poco de nada. He cumplido ya un cuarto de siglo de años, que feo y antiguo suena eso, pero es parte de la vida y lo aprendido y lo bailado nadie nos lo quita.
Este año aprendí, que sigo siendo el mismo, que a pesar de los errores, a pesar de los fracasos y a pesar de los retrasos, aún no termino de aprender. Y creo que ese es el ingrediente que te hace más rica la existencia, el hecho de saberte ignorante ante un evento, el hecho de no saber qué hacer ante algo, de no saber cómo reaccionar de no saber aún muchas cosas a pesar de asumir que ya has aprendido y vivido mucho.
A los 25 + 1, debo reconocer algo, la soledad es parte de mi vida, pero mis amigos son la esencia de mi alma. Por algún motivo que desconozco, la vida me alejó de mi familia, la vida también se encargó de quitarme, en su momento, a la gente que más quiero, la vida se encargó de patearme duro en el trasero y de alguna forma se está encargando aún de eso.
A los 25 + 1, conversando con mi soledad, recordé a la gente que hoy no está conmigo, recordé a la gente que siempre lo está, recordé a la gente que llegó a mi vida en el último año para quedarse, espero para siempre. Recordé a la gente que se separó de mí, recordé a la gente que desapareció, recordé a la gente que me quiere, recordé también a los que no.
Llegó el día de dejar los 25 y recuerdo haber pensado, que a los 25, “Don Webón” debería morir, y es que aquella noche del 7 de marzo pensé en todo aquello que hasta ese momento había hecho y aunque debo confesar hubieron muchas cosas que no me gustaron, hubieron otras tantas que me hicieron inflar el pecho de alegría, orgullo y emoción.
A los 25+1, pienso hacer cosas que no he intentado hacer en mi vida, tal vez y porque la cobardía me detuvo siempre o tal vez porque la ignorancia y la falta de medios no me lo permitían. A los 25+1 me he propuesto recobrar la alegría que hace mucho tiempo no sentía. A los 25+1, me he dado cuenta que todo lo hecho hasta este momento no es aún suficiente, no es aún lo que quiero tener, no es aún lo que quiero lograr, y sobre todo no es aún lo que quiero alcanzar.
A los 25+1, organicé una reunión con los amigos que amo, con la familia que me puso Dios, mi Barbón, en el camino. Aquella noche fui feliz, había reunido a los amigos que marcaron parte de mi existencia, estaban reunidos en una misma mesa, perro, gato y pericote, disculpando la comparación claro está. Aquella noche cené con amigos desde la infancia hasta lo más reciente de mi existencia, aquella noche estoy seguro que pude haber muerto feliz, feliz de haberlos tenido a todos reunidos, feliz porque logré que de alguna u otra forma la gente que considero importante en mi vida, conozcan a quienes ante mi corazón y mi alma representan el mismo nivel de importancia para mí. A los 25+1, a través de esa cena, adelanté un poco la imagen de mi funeral, y es que lo siento así, no por lo años que ya pasan, sino porque casi siempre somos tan mezquinos con nosotros mismos y solo nos reunimos todos cuando la persona que amamos ya no está.
A los 25+1, me he propuesto comenzar de cero, de hecho ya he comenzado, la vida recién comienza, me espera mucho aún por aprender, por vivir, por llorar, por sufrir, por gozar, y esta vez creo que ni los miedos, ni los temores, ni las carencias me evitarán decir en algún momento, no lo hice, no lo intenté, fui cobarde, no arriesgué. Siento que no tengo nada que perder, pero si mucho por ganar. La vida al fin y al cabo la perderemos todos en algún momento, y si hay que perderla en la búsqueda insaciable de la felicidad, del gozo y el disfrute de sentirse bien, estoy seguro que desde mis 25+1, nada me detendrá y al final de mis días diré, valió la pena.
Hoy he vuelto a escribir, y esto me hace feliz, es parte de mi alegría, es parte de mí y no pienso dejar de hacerlo hasta el final de mis días. Gracias a los que extrañaron mis textos y me lo hicieron saber, gracias a los que leen en este momento y gracias a los que en algún momento futuro lo harán.

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