sábado, 19 de noviembre de 2011

Desaparecer…


Desperté un día de estos con la sensación de querer desaparecer, ojo, no con el pensamiento suicida de querer morir, sino, simplemente con la idea de desaparecer por lo menos por unos días y poder apreciar o ver de forma espiritual, fantasmal o como se le quiera llamar, a la gente a la que amo, los cambios o la influencia que uno pudiera haber tenido, tiene o tendría en la vida de los demás, entre otras cosas.
Comencé a analizar, postrado en mi cama, ¿Qué pasaría si desapareciera? , lo primero que se me vino a la mente es que mucha gente tal vez y ni lo note, otros pocos se regocijarían y revolcarían cual puercos probablemente de alegría al saber que no estaré mas con ellos, pero probablemente muchas otras personas también entristecerían.
Pensé en muchas personas, entre los felices, los tristes y los inherentes. Pero también pensé en aquello que como persona estoy haciendo para quedar, al menos retratado en la mente de algún otro ser humano.
Soy el firme creyente en la teoría que señala que nuestro paso por esta vida siempre se da por algo, y que el de arriba nos envía a este mundo con un objetivo, objetivo del que muchas veces nos desviamos o del que simplemente no llegamos ni a imaginar por la simple y maldita dejadez, esa hija de p…ereza que nos ata y nos condena muchas veces a no hacer algo por nosotros mismos, seguir siendo nada, y vivir tranquilos y felices con nada.
Pensé también en algún hecho trascendental que haya hecho que hasta el día de hoy mi vida haya valido la pena, obviamente muy a parte de los logros o cualquier otro asunto que puedan ser motivo de orgullo y/o de vergüenza para mis padres. Lamentablemente no hallé respuesta alguna.
Leí una frase alguna vez que decía por allí que: tal vez y para el mundo no significamos nada, pero tal vez y para alguien realmente somos todo un mundo. Recordando esta frase y mezclándola con mi deseo matutino de desaparecer, llegué a la conclusión de que realmente cada uno de nosotros es todo un mundo complejo. Camino por las calles y cada persona que observo a simple vista o con intención, simplemente es un mundo completamente diferente al mío. Cada rostro distinto e infinitamente diferente uno del otro, cada una de nuestras complejas mezclas genéticas que nos reúnen en una misma raza a la que nosotros autodenominamos humanos, pero que a la vez se subdividen en pequeñas estructuras que terminan dañando el íntegro del complejo bloque social al que deberíamos permanecer.
La muerte es fácil, inmediata, dulce, tranquila duradera, apaciguadora, y creo que hasta placentera; pero, ¿la vida?, la vida tenemos que vivirla y sobre todo aprender constantemente de ella. Vivir en este mundo no es algo fácil y muchas veces se nos torna un poco más difícil de lo normal. Y es que lo rico de estar vivo es precisamente eso, saber que acá la sufres, saber que acá la gozas, saber que acá la haces, saber que acá la pagas, saber que todo aquello que hagas tendrá un repercusión tarde o temprano, saberte vivo y sentirte vivo es parte de haber aprendido a estarlos.
Podemos desaparecer en cualquier momento de esta vida, podemos desaparecer en cualquier momento de la vida de los demás, o puede que otros desaparezcan por nosotros o desparezcan para nosotros, también, que sería mucho aún peor. Lo importante aquí es que creo que algún día todos llegaremos a desaparecer.
Tal vez y lo elijamos, tal vez y lo elijan por nosotros, tal vez y simplemente se dé, pero lo que si podemos elegir en este juego de ruleta y azahar en el que se nos presenta la vida, es de qué forma desparecer. Puedes desaparecer siendo alguien, puedes desaparecer siendo nadie o simplemente puedes desaparecer porque simplemente no quieres estar en un lugar equis, porque no te place soportar asuntos, porque no te gusta lo que quieres, porque no amas lo que estás haciendo, porque no estás a gusto con tu entorno, puedes querer desaparecer por cansancio, por agotamiento, o porque simplemente así lo quieres.
Sin embargo, la vida está para vivirla, la vida está para rompérnosla, la vida está para gozárnosla, y comérnosla. Después de todo ya aparecimos aquí, y aunque parezcan o aparezcan otras cosas más siempre, debemos tener claro que nuestro momento para desaparecer será tan solo cuando no tengamos nada útil, humano y espiritual por dar, por enseñar, por compartir, por transmitir y por hacer…

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