sábado, 19 de noviembre de 2011

Mundo loco…

Un día común y corriente, pasaba por una vereda abarrotada de personas, y

un viejecito pasó a mi costado, mi instinto de buen ciudadano y la buena crianza recibida por mis padres me hizo ”cederle la vereda” al jorobado sujeto que pasaba por allí, de pronto un vehículo público conducido por un burro, pues de otra forma no se le puede llamar a semejante animal, con el perdón de todos los burros del mundo, pasó como a diez centímetros de distancia de mi cara, casi casi montado a la vereda.
Después de agradecerle al de arriba que mi “acto de generosidad” no haya terminado de forma fatídica, comencé a pensar, ¿si hubiera sucedido algo?, ¿habría valido la pena que a mi edad desaparezca de la faz del planeta por darle preferencia a la vida de una persona de más de ochenta años que ya vivió toda una vida y los más probable, dicho sea de paso es que tal vez y esté buscando no seguir mucho tiempo por aquí?
Seguí avanzando y seguía pensando, ¿Quién nos dice desde pequeños que deberíamos ceder el pase a los mayores?, ¿o que debemos cederle el asiento a los mismos?, ¿o que a los “grandes” no se les debe responder?, ¿o que a los grandes se les debe obedecer siempre?.
Pensé, caminé, seguía pensando en la cantidad de cosas que los “grandes” alguna vez nos dijeron o nos recomendaron hacer para ser considerados buenos chicos o buenos ciudadanos y llegué a la interesante conclusión, que son precisamente nuestros mayores los que alguna vez idearon esta forma casi egocéntrica de hacer respetar sus años a espaldas de nosotros, los jóvenes.
Pensé entonces, en asuntos como: si desde “pequeño” un “grande” dice, NO se le responde a tus mayores, esto crea en nuestro frágil cerebro una especie de muro de temor o debilidad que simplemente nos hace pensar que “los mayores siempre tienen la razón”, aunque muchas veces no siempre la tengan. Los niños casi siempre tienen el poder de sacarnos “fuera de foco” pues alguna de sus ocurrencias suelen ser tan sinceras como ciertas llegando e incluso a ser a veces tan sinceras como realmente hirientes, pero si desde pequeños se nos dice que no debemos responder, objetar y solo dedicarnos a aceptar, ¿En qué momento podremos escuchar las cosas vistas desde su inocente y limpia óptica?.
Pensé también en el famoso, cede el paso en la vereda a tus mayores, y me preguntaba, ¿Qué pasa si un niño de 9 años, guiado por las buenas conductas y valores aprehendidos por la “desinteresada sapiencia de los grandes”, me cediera la vereda por ser mayor que él y uno de estos animales disfrazados de choferes, arrasara con su vida por “educadito”, valdría la pena que por la educación, vista y juzgada desde la egocéntrica óptica de un adulto, un niño que tiene toda una vida por delante y es además el proyecto de vida de sus padres pierda la vida?.. visto de este modo, ¿No sería más noble que nosotros viejos, adultos y ya recorridos en algo por los caminos de la vida, protejamos la vida de los pequeños, de aquellos que son nuestro futuro?, ¿No es más humano e inteligente que yo, por ejemplo, Walter de 25 años le ceda la vereda a un niño, primero porque es niño y no ha vivido aún muchas cosas, segundo porque precisamente por ser niño necesita la protección de un mayor, mas no su exposición al riesgo de vida por el simple hecho de yo ser “grande” o “viejo” para él?.
Y qué hay del: cede el asiento a tus mayores, nosotros viejos con las pompas aplastadas de llevar años de años sentados, simplemente aprovechamos nuestra condición de “viejos mayores” para decirle a cualquier pequeño o menor, cédeme al asiento. Pensaba en qué “cómodo” para un viejo, llegar a un lugar equis, encontrar todo lleno y decirle a un menor: hijo, cédeme el asiento. Qué tal si ese pequeño o menor se amaneció para tener un asiento o simplemente hizo un esfuercito, que el viejo por ser viejo no lo hace, para sentarse. ¿Qué comodón es llegar y exigir algo en aras de la edad, mas no por el esfuerzo que se haya hecho verdad?.
Y así muchos otros asuntos, que me ayudaron a concluir, en que este mundo realmente está hecho por los adultos, por los grandes, por los mayores, precisamente pensando en ellos mismos, en el engrandecimiento de su egocéntrica inteligencia y basada ésta en la continua sumisión de las nuevas generaciones que vendrán. ¿Qué tan distintas serían las cosas si pensáramos no en función de nuestra veterana edad sino, al contrario en función de la protección y la salvaguarda de la vida y la felicidad de nuestros chicos?.
Así somos de “doble cara” muchas veces, actuamos por allí diciendo o aduciendo que nuestros chicos, hoy son malos, porque simplemente atentan contra el egocentrismo del auto beneficio de aquellos por los que el tiempo ya ha pasado. En adelante ¿Qué le parecería más cuerdo y menos egoísta?, que un menor le ceda la vereda, o que usted en un acto de inteligencia y grandeza, haga lo contrario porque busca proteger la vida y la integridad de una criatura que tiene mucho mas por vivir y probablemente sepa aprovechar su vida mejor que usted?, o ¿Qué considera más inteligente en la formación de un niño, pedir su silencio porque a un adulto se le “respeta” y no se nos debe responder o sería más inteligente escuchar la opinión de alguien con la inocencia y óptica de un mundo distinta a la nuestra?, ¿Qué hay con nosotros que fuimos criados de esta forma?, ¿Repetiremos la “inteligencia egocéntrica de nuestros grandes” o intentaremos cambiar las formas para bien de nuestros pequeños?

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