miércoles, 26 de enero de 2011

¡Porquería de Política!


La campaña electoral para las presidenciales ha comenzado, y nuestros ya conocidos políticos, y alguno que otro nuevo por allí, ya dan lujo de sus dotes artísticas y talentos para ganarse un voto. Y es que la cosa política de estos tiempos me sorprende y me parece, más que una “batalla” de gente inteligente y preparada, un Show de los Sueños, un Bailando por la Presidencia, cuyos participantes hacen gala de su mediocridad y avidez para engañar, una vez más, al pueblo. Me resulta ridículo ver a los posibles representantes del país, intentando bailar cuando nunca en su vida lo hicieron, es absurdo ver, por ejemplo, al otrora en otro tiempo respetable, al menos para mí, Pedro Pablo Kuckzynski danzando huainos y tocando flauta en un concierto a sus “seguidores” en Trujillo con el único fin de ganar “simpatías” cuando en realidad, en mi opinión, considero que debería hacer gala de toda la formación y experiencia profesional con la que cuenta para poder manejar el país, ¿Por qué prefiere bailar torpemente a dar propuestas directas y ofrecer discursos propios de su madurez intelectual?, ¿no sería eso más beneficioso que “intentar” demostrarle a la gente que “es del pueblo”?. Si hablamos de su alianza temo por PPK pues, al paso que van las encuestas, Lourdes Flores, que ya debe haberse metido la alcaldía al poto después de perder las municipales, tal vez haga lo mismo a nuestro PPK. Por otro lado el inteligente César Acuña, ensayando y aprendiendo cómo se realiza una campaña presidencial. Me pregunto si ¿Realmente le interesa ganar ó tiene en PPK al conejillo de indias perfecto para aprender el teje y maneje del asunto para las presidenciales del 2016?.
Aberrante, nefasto, repudiable, funesto, canallesco, miserable, penoso, vergonzoso, y hasta patético me pareció ver a Jorge del Castillo, un dinosaurio del partido Aprista, aferrarse, cual sanguijuela muerta de hambre, al cargo de congresista, al punto tal de acabar con su propia candidata a la presidencia y dejar a su partido sin una buena alternativa, solo por la ambición de seguir viviendo del dinero de los peruanos y tal vez por la desesperación de verse fuera del congreso y no saber hacer otra cosa más en su vida que legislar, lo peor de todo no es lo que dicho señor haga, sino que el pueblo aprista, de seguro lo volverá a elegir. Mas despreciable aún me parece “el lavado de manos” de nuestro actual presidente quien al mismo estilo de Poncio Pilatos, respondió simplemente que él “nunca propuso a Mercedes Aráoz a la presidencia”, además de la aceptación de Velásquez Quesquén que, cual perro faldero, agachando la cabeza en un noticiero aceptaba que el único capaz de lograr la integración del partido al que pertenece era Alan García.
Vano y estúpido, me parece, ver a Marisol Espinoza, candidata a congresista y a la primera Vice Presidencia de la República por el partido Gana Perú, presentándose en un noticiero, como “la mejor opción para el pueblo”, y para dar prueba de ello, para deleite de los televidentes lo demostraba bailando una marinera norteña, con traje típico incluido. Al igual que la maratón que Ollanta Humala realiza para demostrar su condición física como si la administración de un país se hiciera a través de corridas tontas o bailes folklóricos.
Más patética aún, me parece, la candidatura a la primera Vice presidencia de la señora Rosa de Acuña, cuyo mérito principal es ser la “esposa de”. ¿Se ganará en 5 años de sueldo estatal, más de 700 mil soles?, cantidad que de acuerdo a audios divulgados por Perú21 fue lo que ofreció a manera de subasta dicho personaje al partido de Luis Castañeda. La respuesta de este último a tamaño destape: “es una cortina de humo”, o “es la guerra sucia de Alejandro Toledo para dañar su candidatura”. Excusas completamente tontas que no hacen más que justificar la cortina de soles de inversión de dinero Trujillano en la campaña de dicho señor.
Del clan Fujimori, ver a Keiko y Kenyi en los noticieros declarando y recomendando a los demás candidatos que se acerquen al pueblo como si ellos lo hubieran hecho mientras estudiaban en el extranjero, con dinero que hasta el día de hoy no han podido negar rotundamente si salió o no del Estado peruano, prometiendo que trabajaran por los comedores populares y un plan de tonterías mas, además de las perlas congresales como la candidatura de la enfermera del Ex Presidente, del mismo, Kenyi, el lanzamiento de la candidatura de Carlos Rafo al congreso desde un Karaoke que corona, dicho sea de paso, el patético baile de Thriller que hiciera junto a otros representantes naranjas de siempre, dando muestra de sometimiento mental y físico al clan Fujimori, es simplemente increíble. Ni hablar aún de las preguntas absurdas y escenarios hipotéticos a los que se les está tratando con demasiada importancia, que se hacen en relación a la “probable” excarcelación del Ex Presidente, dueño del Clan.
Temas refritos o recalentados para Alejandro Toledo, ofensas de sus viajes a Punta Sal, de Sarai, de la hora Cabana, en alusión al pueblo humilde en el que naciera, acciones absurdas como la candidatura en el número uno a la lista congresal de Perú posible de la actriz Ebelyn Ortiz, acciones poco inteligentes, respuestas inverosímiles, hecho insólitos y demás convierten el escenario político actual en una tamaña porquería política de la que solo el menos sucio obtendrá la victoria. ¿Prefiere un presidente que sepa hacer el ridículo intentando bailar o quiere a alguien con propuestas e ideas y proyectos de inversión y desarrollo para el país?, ¿Qué dice?, ¿Limpiamos la casa o la abonamos con más porquería?...Usted decide.

La historia de Francisco


Recuerdo que me lo presentaron un grupo de amigos en la universidad, no sin antes advertirme que tenga cuidado con aquel chiquillo de pómulos rosáceos y ojos claros, pues de acuerdo a la opinión de aquellos, ya conocían lo “terrible” que podía llegar a ser Francisco cuando se llegaba a enfadar.
Francisco era el típico chico de barrio, el rudo, el poco social, el fosforito, aquel que consideraba que su día perfecto era el día en que terminaba agarrándose a golpes con alguien o haciendo daño a los demás, su felicidad era la infelicidad del resto y nadie entendía cómo en  tan pequeño ser podría caber tanta maldad, hasta que lo conocí. Francisco  llamaba mi atención, no solo por el preámbulo acerca de él que me hicieran conocer sus allegados, sino también porque aparentemente y sin tratarlo, desde mi punto de vista, este chico de 19 años aparentaba ser todo lo contrario.
Francisco era renegón, y daba señales de no gustarle llevar una vida social al menos normal, salimos un día por un centro comercial y veía como aquel chiquillo bruto y tosco se “achicaba” ante la gente que veía a su alrededor. ¿Alguna vez has estado acá?-le pregunté-nunca Walter, es la primera vez-me respondió-mientras terminaba su argumento diciendo que no le gustaba mucho estar en lugares con demasiada gente alrededor suyo. Acompañé a Francisco a su casa pues se nos hizo tarde y el micro que siempre lo llevaba ya no circulaba, cuando bajamos del taxi, el chico rudo cambió por completo y se convirtió en la persona más silenciosa y apaciguada que he conocido hasta hoy. Fue entonces que sucedió, sus “amigos” comenzaron a lanzar gritos de burla como aquellos que estúpidamente lanzan muchas personas para señalar que alguien es homosexual o gay, “Allí viene la Francisco”-decían en su barrio-y Francisco no hizo más que correr y dejarme parado en aquel lugar.
Regresé a casa e intentaba llamar a Francisco para decirle que no se preocupara, que todo estaba bien, que no tenía porqué sentirse mal por aquellos que en un acto de cobardía y torpeza mental intentaban burlarse de su sexualidad. Que si él era o no era lo que su barrio decía, era más valiente y de mayor consideración para mí alguien que admite con valentía su sexualidad y no un grupo de presuntos “varones” que en jauría no hacían más que sonar como lobas en celo pero que como individuos no eran capaces de gesticular más de diez palabras coherentes.
Francisco jamás respondió, y lo que escribo en el párrafo anterior, fue lo que le hice conocer por mensajes de texto. Pasaron semanas y el tema de moda era la nominación al Oscar de la película la Teta Asustada, aquella en cuyo argumento la protagonista nace con un susto heredado por su madre, quien fuera violada en épocas de terrorismo, y para evitar que le suceda lo mismo decide introducirse una papa en la vagina como medio de protección, pagando luego las consecuencias de tan nefasta decisión.
Era el domingo de la premiación y Francisco respondió al fin, salimos luego una tarde y conversamos de miles de cosas, menos de la última situación vivida en su barrio, le comenté que había visto la película y él me respondió que había hecho lo mismo, pero que prefería no hablar de eso. ¿Eso?-me preguntaba yo por dentro- pues “eso” de lo que Francisco no quería hablar era de lo que todo el mundo hablaba en ese momento. Francisco agachó la mirada y sus rosáceos pómulos al igual que su cara tomaron una tonalidad rojiza. ¿Qué pasa?-pregunté. Nada, solo que yo me identifico mucho con esa película-respondió. Fue cuando en tono burlesco, canallesco y desatinado, sin saber lo que conocería luego, le pregunté - ¿Acaso te has metido una papa en el trasero? – pregunté sonriendo – una papa no, pero sí bastante cinta adhesiva –me respondió, al mismo instante en el que aquel chico rudo, incapaz de sociabilizar y completamente peleonero comenzó a llorar. Mi mente se nubló por completo pues no entendí la respuesta y Francisco comenzó:
“Cuando era pequeño, me gustaba ir de visitar a mi tío porque tenía muchos animalitos, mis padres me dejaban con él y a mí me gustaba mucho su patio, y ver los animales que criaba. Una tarde mi tío y yo nos quedamos solos, y me fui a ver a sus conejos, me agaché a jugar con ellos y le dije a mi tío, que eran muy bonitos, el me preguntó si me gustaban y le dije que mucho, cuando dije eso, el se acercó por atrás de mí y me empezó a tocar, me bajó el pantalón y sentí un gran dolor entre mis piernas, mi tío me decía que no tenga miedo, que él me quería mucho y por eso hacía eso. Muchas veces mis padres me dejaron en su casa y desde ese fin de semana todos las oportunidades que se daban pasaba, a mi me dolía mucho, tanto que buscaba cinta adhesiva y me la pegaba en el trasero sin que se enteren mis padres pensando que así estaría todo bien pero nunca fue así, jamás dije nada en su momento, hasta hace poco, hasta hace poco que entendí que mi tío me violó Walter, mi tío me violó”
Fue la primera vez en mucho tiempo, que no supe que decir ni que hacer…
”. Solo atiné a abrazar a Francisco y decirle que no se preocupe que todo estaba bien, que ya todo había pasado. El chico rudo lloró y no podía hablar pues las lágrimas y todo el coraje y la impotencia dentro de él, silenciaban su garganta. Fue entonces que entendí por completo a Francisco, fue entonces que entendí porqué era tosco, porqué era rudo, porqué era antisocial, por qué era lo que era. Francisco continuó:
“Hace poco se lo conté a un amigo en mi barrio, era mi mejor amigo y decidí contárselo, al día siguiente ya todos sabían que me habían violado mucho tiempo y me comenzaron a fastidiar, yo tenía mucho miedo por salir de mi casa hasta que mi mamá se enteró y me preguntó porqué la gente decía que yo era así.  Me senté y conversé con mi familia, no pude acusar mi tío, así que lo único que se me ocurrió fue decirles que yo era gay. Mi madre y mi padre lloraron y no me dijeron nada, desde ese día en casa nadie me dice nada, salgo a la calle en mi barrio y ya sabes cómo me tratan. Hace una semana no pude mas y le conté a mi mamá lo que su hermano había hecho, ella lloró y le contó a mi papá, viajamos los tres al norte y mi papá apenas vio a mi tío lo golpeó, le rompió la nariz, le reventó el labio y mi tío no hacía más que pedir perdón al mismo tiempo que mi madre me abrazaba llorando y suplicando que los perdone por tan grave error”.
Francisco terminó de contarme su desgarradora historia, era por eso que no se comunicó porque estaba tratando de arreglar sus asuntos. Gracias por escucharme Walter – me dijo. No tienes porqué agradecerme, al contrario, gracias a ti por confiarme algo tan delicado y personal - le respondí mientras veía que por primer vez en el corto tiempo que lo conocí, Francisco esbozó una sonrisa. Tienes dientes-le dije-¿A qué te refieres?- me respondió-A que es la primera vez que te veo sonreír pequeño gruñón - le dije mientras nos dábamos un apretón de manos y un abrazo en señal de amistad.
Le comenté a Francisco que algún día escribiría un libro, ¿Estaré yo en algún capítulo?-me preguntó sonriendo-Claro que si, si tu quieres-le respondí-¡Qué chévere!, Pero quiero que escribas lo que me pasó, para que muchos de los que pasen por lo mismo sepan que no son los únicos-me respondió.
Acompañé una vez más a Francisco a su casa, y la historia se repitió, los mismos ex amigos haciendo gala de su estupidez y atraso mental, burlándose de la peor manera posible, y es que hay personas que sin saber lo que ocurre detrás de cada quien, someten a muchos y muchas personas que con gran valentía asumen un rol sexual diferente al heterosexual. Personas que critican, personas que prejuzgan, personas que no toleran, gente que lanza piedras y que juzga a los demás por quien se acuesta en su cama y no por lo que son realmente. El caso de Francisco era muy distinto, pero aún así, me di cuenta de lo brutal, salvaje, animal y doloroso que puede ser para alguien las estúpidas burlas y silvestres frases de desprecio lanzadas en todos los estratos sociales hacia alguien que decide con valentía aceptar ser diferente.
No volví a ver a Francisco, marcaba su teléfono para preguntar cómo le había ido, pues había decidido comenzar una terapia psicológica. Pasaron dos meses y decidí ir a visitarlo, Bajé del taxi, y allí estaban sus ex amigos, me quedaron mirando y agachaban la mirada, pensé que al fin habían aprendido a respetar a los demás, llegué a su casa y abrió la puerta una señora de mejillas rosáceas y ojos tan claros como los de Francisco. Pregunté por él y la amable señora comenzó a llorar. Tú debes ser Walter-me dijo mientras me invitaba a pasar. Mi mente comenzó a pensar lo peor, la madre de Francisco pasó y me entregó una carta. En aquel papel, Francisco pedía disculpas por la decisión que había tomado, Francisco había decidido no acompañarnos más, la carta decía que yo fui su único amigo, y que si él se iba, sabía que yo llegaría tarde o temprano a su casa y preguntaría por él. Francisco escribió que él jamás buscó lo que sucedió, pero que no se sentía cómodo en su hogar, ni en su barrio, ni con sus ex amigos, escribió que no era feliz, y que después de mucho tiempo había logrado sonreír conmigo y se había percatado de lo triste que había sido su vida hasta ese momento. No olvides escribir acerca de mi, decía el penúltimo renglón, en el que terminaba una vez más pidiendo perdón. El corazón se me arrugó al ver mi nombre en aquella redacción, Francisco había escrito su carta de despedida con mi nombre como destinatario.
Hoy, que tengo la posibilidad de hacerlo, cumplo con mi promesa estimado amigo, se que desde donde estás ahora, estás más tranquilo, la carta que dejaste para mí, la tiene tu madre, me la pidió porque quería tener tu último escrito con ella, tu recuerdo lo tiene mi mente siempre presente y hoy que cumplo con mi promesa, se que estarás en la mente de muchos. Fue tu decisión adelantar tu viaje y la respeto aunque no la comparto, ya nos veremos luego estimado amigo… por el momento, descansa tranquilo.
 

domingo, 2 de enero de 2011

1-1-11: UNA FIESTA EXTREMAdamente aburrida…

Uno de enero del 2011, una y treinta de la noche, llamo a Willy, mi amigo de años, para saludarlo por el año nuevo mientras me dirigía a darle el alcance en una de las fiestas con extrema publicidad para dicha fecha tan especial. Mi sexto sentido hizo que mi cuerpo empiece a escarapelarse, como cuando te ataca ese mal presentimiento de que algo malo está por suceder. Amigo, ¡feliz año! – le digo con una gran emoción esperando una respuesta más alegre. Feliz año – me respondió – sin alegría alguna y con el tono lúgubre de quien te agradece al recibir el pésame en un velorio. Solo atinó a complementar la respuesta diciendo que parecía que la orquesta ya iba a terminar y que esperaba la noche recién comience (siendo ya casi las 2:00 a.m.).


Llego al lugar y mis oídos me iban anunciando la llegada al establecimiento que se convertiría luego en el purgatorio que me haría pagar con aburrimiento todo lo malo que había hecho en el 2010. Había tenido ya el año anterior una experiencia extrema de aburrimiento y decepción en el mismo lugar pero pensé que ante la extrema publicidad y ante el extremo precio de la extrema entrada que compré, que dicho sea de paso, triplicaba en precio a la del año anterior, “la diversión estaba asegurada”, tal y como afirmaban en el video que anunciaba dicha fiesta, además de considerar errónea y masoquistamente que a diferencia del año anterior no existiría algo peor. En exteriores afortunados parroquianos que no alcanzaron a comprar entrada antes y espero no hayan tenido la desdicha de haber entrado; en interiores dos nobles señoritas, recibían las entradas y te colocaban una cinta en la muñeca para diferenciarte, en mi opinión absurdamente, por color en precio alto, precio medio y precio bajo de ingreso para luego separarte en uno de los tres extremos en los que se dividió dicha fiesta.

Ingresé al establecimiento y comenzó “la fiesta inolvidable” tal y como aseguraba la publicidad, jamás olvidaré los tres extremos en los que se dividía dicha celebración. Si pagaste un precio alto, tu extremo estaba súper iluminado y tenías la pista principal para ti, además no podías preocuparte de que invadan tus “carriles”, pues la seguridad no permitiría tan nefasta mezcla gracias al color de tu brazalete de papel color chillón, si pagaste un precio medio y uno bajo, tu zona era la más oscura, como para que no te vean, tu ambiente era el más lúgubre, y tenías dos extremos semi iluminados con un par de semáforos discotequeros en cada lado que te “hacían la noche” y que distaban mucho de ser “el ambiente más moderno y divertido” que aseguraron encontraríamos o al menos de lo que yo y toda mi expectativa junta esperábamos.

Acoplado ya en uno de los tres extremos, caí en cuenta de la mala calidad del sonido, la música fuera de lugar y sacada de tiempos irreconciliables con todos los presentes allí. No podía creer, desde mi extremo, el lugar al que había llegado, pensé que la orquesta ya había terminado y se estaba yendo, pues solo alcancé a ver a un jovencito detrás de un órgano, un desentonado cantante, y 4 robustas y rollizas mujeres que bailaban cada cual su propia coreografía, y que en conjunto distaban mucho de ser lo que mi cerebro asocia al concepto orquesta. Cansado de ver tan soberano y aburrido espectáculo, y con toda la resignación por dentro, preferí cambiar al extremo más oscuro, donde dicho sea de paso, la gente recibía el eco de los pequeños parlantes que habían acoplado en el extremo de luz y nos resignábamos solo a escuchar la infernal música, con pista de fondo y al flaco joven sin cansarse de decir sin motivo alguno y en cualquier absurdo momento “apoteósico” desanimando y aburriendo mas a los desanimados y aburridos asistentes, más deprimente aún fue ver un par de jóvenes intentando salvar la noche y bailando alegremente gracias a la moderna, y envidiable en ese momento de mi vida, música dentro de su moderno celular. Pensé, si la media orquesta del frente hace ruido (entiéndase ruido por intento de cantar) con pista porqué mejor no se callan y dejan correr el disco solo, tal vez la gente se hubiera animado mas así, pero lo más seguro es que se hubiera oído algo mejor. Completamente decepcionado y aburrido hasta la saciedad preferí solo comer y tomar.

Como si fuera poco, desde mi extremo de aburrimiento, un ser viviente vestido de bufón con zancos, apareció y de la nada arrojó, serpentina y una especie de nieve artificial, intentando animar a la masa de aburridos asistentes, claro que hubiera sido todo mucho mejor si no fuera por el pequeño detalle de haber recibido toda esta mezcla de químicos en la cara y directamente al ojo además de dejar incomible por completo, el minúsculo panecillo que llevaba en la mano y que estaba a punto de llevar a la boca. Maldije el momento en el que decidí haber asistido e ido vestido blanco, por invitación y sugerencia de la señorita anfitriona en la publicidad, pues la mezcla de químicos que recibí en la cara, que me obligó a botar a la basura mi panecillo, que cayó en mi vaso con cerveza que también tuve que botar y que me obligó a dejar todo lo poco comestible que tenía, para al menos intentar pasarla bien, manchó el albino traje que llevaba con la mejor intensión de diversión y “poner la nota” como invitaba en la publicidad la señorita anfitriona. Me rendí, no soporté más. Mi extrema paciencia fue quebrantada por el extremo aburrimiento, me fui, y mis amigos junto conmigo.

Definitivamente una FIESTA EXTREMAdamente aburrida e inolvidable, en extremo una decepción, extremadamente incomprensible, absurda e irreconciliable con los asistentes, esta es mi humilde opinión como asistente y decepcionado espectador, si usted se divirtió lo felicito amigo lector, por mi parte no dudaré en no asistir para otra ocasión.

Mensaje de un aprendíz…

Diciembre otra vez, recuerdo que de pequeño me preguntaba, porqué repiten esa frase todos los “viejos”, años después soy yo quien empieza a tomar cuenta de lo sucedido en estos 365 días, suspiro y me digo: ¡Qué rápido se pasó el tiempo!


2010, un año que se va y otro año que viene, un año mas de vida y uno menos, en descuento, para nuestra muerte, un año lleno de momentos inolvidables y de otros también que quisiéramos poder olvidar, un año positivo aunque con aspectos también negativos, todo tan contradictorio y a la vez tan equilibrado, toda una mezcla de vivencias y emociones que, o por las buenas o por las malas, nos enseñan a cruzar y continuar nuestro camino en toda esta odisea y tamaña tarea que nos significa el aprender a vivir nuestra propia vida.

Y es que la vida misma es un conjunto de experiencias en el que las decisiones que tomamos a cada instante deciden nuestro futuro estado de felicidad o de insatisfacción. Este año aprendí que la muerte es una de las más irrespetuosas de las existencias, pues no respeta edad, ni sexo ni situación socioeconómica o cultural, aprendí que en la vida, a veces tomamos decisiones difíciles, que acertadas o no, nos obligan a comenzar de cero y volver a transitar por parte del camino que ya hemos recorrido, aprendí que la sonrisa y la inocencia de niños, la perdemos los “grandes” a punta de estupideces y actos propios de nuestra tan mencionada madurez.

Aprendí que en este mundo, y espero en los que siguen después de este también, nada pasa por casualidad, todo sucede por algo; confirmé una vez más que la perfección y la excelencia no se podrán alcanzar nunca, no porque estas sean tangibles, sino porque se demuestran de manera tácita en nuestras acciones y modos de vida.

Aprendí que el ser humano existe por una razón que lo diferencia de los demás, y que en cada uno de nosotros está la clave interior para descubrir nuestro fin en la vida, aprendí que no existen personas malas, solo existen personas buenas y personas NO buenas, aprendí que el ser humano elige cómo vivir y no la sociedad ni los demás.

Conocí personas inolvidables, gente que pasa por tu vida unos días pero marca tu existencia, descubrí que, aunque yo no los recuerde, muchas personas siempre te recuerdan. Aprendí que si deseas hacer algo y no lo haces, jamás avanzarás, que el miedo propio es el peor de nuestros límites, que la vergüenza al qué dirán u opinarán los demás, es el mayor problema de nuestro retraso, aprendí que intentando no se pierde tiempo ni dinero, se gana experiencia y muchas veces se obtiene la gloria. Encontré a amigos que no veía desde hace mucho tiempo, aprendí que en la vida la tristeza y la pena existen con el único fin de poder experimentar lo grandioso que es vivir en felicidad y armonía.

Este año, contra todo pronóstico renuncié a mi empleo y hoy se que no me equivoqué, este año hice cosas que jamás había hecho y gané mucha experiencia, este año escribí y hoy tengo una columna en este diario, además de colaborar con el diario La Industria, y la página web de un amigo, este año me golpeó pero los moretones han sanado, y es que si recibes un golpe, recuerda que este siempre queda en el pasado y que aunque te quede todo morado, la próxima vez que la vida intente darte un golpe habrás aprendido a esquivarlo.

Este año siento que crecimos, este año hemos reído, hemos jugado, hemos llorado de la risa, hemos llorado de la pena, hemos conocido nuevos amigos, hemos perdido seres queridos, hemos visto nacer a nuevos niños. He jugado con mi sobrino, he ganado algunos kilogramos, he intentado y lo he logrado, me he equivocado y he aprendido, he perdido y he ganado.

Este año aprendí a sentir el vacio de los que se fueron para no volver, pero aprendí a sentir su espíritu conmigo, aprendí a extrañar, aprendí a añorar, aprendí a tropezar, aprendí a abrazar, aprendí a hablar con sinceridad, aunque esto a veces cause en algunos incomodidad, aprendí que la vida es un momento, aprendí que aquí estamos solo de paso, aprendí que la soledad puede ser a veces la mejor de las compañeras, aprendí que un sonrisa te abre las puertas y te ayuda a andar sin tropiezo por todos los caminos. Pero sobre todo me he dado cuenta que esto recién comienza y que de eso precisamente se trata la vida, de aprender, de vivirla con intensidad, de no dejar las oportunidades pasar, de aprovechar al máximo cada segundo de existencia en nuestro pequeño y limitado mundo terrenal. Aprendí que la clave para ser eterno es amar todo lo que haces y vivir cada segundo de tu vida intenso.

Se acabó el 2010, esta noche a las doce, esté donde esté, celebre o no celebre, tenga su prenda amarilla o no, si tira lentejas de espaldas, si come sus doce uvas al punto de atoro, si corre con las maletas la manzana, o haga lo que haga, recuerde que un año más habrá pasado. Feliz año nuevo para usted mi lector estimado, bienvenido 2011.

Navidad

Menos de veinticuatro horas y llegará la navidad, fiesta esperada por muchas personas, con intereses tan distintos como la propia gente que la celebra y la que no, los padres con la ilusión de tener a su familia reunida a las doce de la media noche; los niños esperando con gran ilusión y fervor la llegada del viejo barrigón al que unas familias llaman Santa Claus y otras más peruanas llaman papá Noel, otros conocedores de la inexistencia de este personaje esperando la llegada de los familiares con regalos peculiares.


Navidad, fiesta en la que se conmemora el nacimiento de uno de los seres más importantes en la historia de la humanidad, Jesús, quien cuya existencia, y muy al margen de haber sido el poseedor de enormes facultades que por los escritos bíblicos conocemos; o no haberlos tenido, respetando la creencia de aquellos que no lo consideran así, jugó un rol importante y su acción y obra trascendió y seguirá trascendiendo probablemente hasta el final de la humanidad.

Navidad, excusa perfecta para reencontrase con la familia, excusa perfecta para salir después de las doce y reunirse con los amigos que no vemos de antaño, excusa perfecta para regalar un abrazo a las personas a las que tal vez y quisiéramos abrazar todos los días, navidad día ideal para expresar un buen deseo, para dar un abrazo cálido, para recibirlos también, para expresar agradecimiento, para expresar nuestros sentimientos.

Navidad, un día de reencuentro, un día para pedir perdón, perdonar y ser perdonados, un día para la reconciliación, un día para la acción, un día lleno de motivación. Un día de alegría para los seres humanos y un día de duelo nacional para nuestros queridos pavitos, y aves de corral o toda aquella especia de nuestra fauna que tenga el trágico orgullo de ser el centro de mesa en una cena de noche buena.

Navidad, no todo el mundo celebra algo, algunos la pasan recordando, otros la pasan añorando, los niños se divierten jugando, rompiendo regalos, jugando con ellos hasta quedarse dormidos.

La cena de Noche Buena, aquella que sacrosantamente debemos esperar hasta las doce, después de haber ido a la previa misa de gallos, aunque no en todos los casos, el tradicional chocolate caliente, que hasta el día de hoy no entenderé porqué en una noche de verano, con el ambiente cálido adoptamos la costumbre de tomar una bebida que pasa casi quemando. Preferiría un helado, pero es navidad, y no hay que renegar tanto, lo importante no es lo que debamos o tengamos para degustar, sino el placer de compartir un momento familiar.

Doce de la noche, las luces de navidad en todas las ventanas del barrio, e incluso colgando de árboles naturales vestidos adecuadamente para la ocasión, familias con música de fiesta, familias con los indiscutiblemente eternos villancicos, familias orando, familias descansando, familias completas, familias incompletas, familias felices, familias en tragedia, personas con la familia a distancia, personas sin familia, personas solitarias, personas acompañadas, familias con panetón, chocolate y pavo a la mesa, familias con bizcochito, te y con mucha suerte pollo aquella noche, familias numerosas, familias pequeñas, familias rebosantes de comida, familias que pasan hambre pero conservan la alegría en lo más profundo de su miseria, si celebran o no, al menos tengo la seguridad que todos recuerdan estas fiestas.

Navidad, estereotipada como la “fiesta de amor y paz”, navidad motivo de reunión y también de reflexión, para reunión en familia y con los seres queridos. Esta navidad, sé que es utópico desear que todos tengamos amor y paz, esta navidad espero sea un día de reencuentro de alegría y de felicidad. Hoy a las doce de la noche recuerde que el verdadero motivo de la navidad, es recordar el nacimiento de alguien que cambió la historia de la humanidad, recordar que gracias a lo que este ser humano y/o divino hizo o dejó de hacer tenemos hoy mucho porqué agradecer.

Recordemos también a aquellos que por diversos motivos no estarán presentes en nuestra mesa, tal vez y están con nosotros de corazón, o no están con nosotros físicamente pero están pendientes de nosotros desde algún lugar del universo. Agradezcamos lo que nos tocó vivir, agradezcamos el estar juntos otra vez, sepamos mirar al cielo y darnos cuenta de lo pequeños que nos tocó ser, pero también de lo enorme y inimaginablemente trascendente que nuestro ser puede llegar a ser. Que esta navidad sea de reencuentro consigo mismo y vivamos una fiesta de confraternidad en unión familiar con el rico calor de hogar. ¡FELIZ NAVIDAD!