Diciembre otra vez, recuerdo que de pequeño me preguntaba, porqué repiten esa frase todos los “viejos”, años después soy yo quien empieza a tomar cuenta de lo sucedido en estos 365 días, suspiro y me digo: ¡Qué rápido se pasó el tiempo!
2010, un año que se va y otro año que viene, un año mas de vida y uno menos, en descuento, para nuestra muerte, un año lleno de momentos inolvidables y de otros también que quisiéramos poder olvidar, un año positivo aunque con aspectos también negativos, todo tan contradictorio y a la vez tan equilibrado, toda una mezcla de vivencias y emociones que, o por las buenas o por las malas, nos enseñan a cruzar y continuar nuestro camino en toda esta odisea y tamaña tarea que nos significa el aprender a vivir nuestra propia vida.
Y es que la vida misma es un conjunto de experiencias en el que las decisiones que tomamos a cada instante deciden nuestro futuro estado de felicidad o de insatisfacción. Este año aprendí que la muerte es una de las más irrespetuosas de las existencias, pues no respeta edad, ni sexo ni situación socioeconómica o cultural, aprendí que en la vida, a veces tomamos decisiones difíciles, que acertadas o no, nos obligan a comenzar de cero y volver a transitar por parte del camino que ya hemos recorrido, aprendí que la sonrisa y la inocencia de niños, la perdemos los “grandes” a punta de estupideces y actos propios de nuestra tan mencionada madurez.
Aprendí que en este mundo, y espero en los que siguen después de este también, nada pasa por casualidad, todo sucede por algo; confirmé una vez más que la perfección y la excelencia no se podrán alcanzar nunca, no porque estas sean tangibles, sino porque se demuestran de manera tácita en nuestras acciones y modos de vida.
Aprendí que el ser humano existe por una razón que lo diferencia de los demás, y que en cada uno de nosotros está la clave interior para descubrir nuestro fin en la vida, aprendí que no existen personas malas, solo existen personas buenas y personas NO buenas, aprendí que el ser humano elige cómo vivir y no la sociedad ni los demás.
Conocí personas inolvidables, gente que pasa por tu vida unos días pero marca tu existencia, descubrí que, aunque yo no los recuerde, muchas personas siempre te recuerdan. Aprendí que si deseas hacer algo y no lo haces, jamás avanzarás, que el miedo propio es el peor de nuestros límites, que la vergüenza al qué dirán u opinarán los demás, es el mayor problema de nuestro retraso, aprendí que intentando no se pierde tiempo ni dinero, se gana experiencia y muchas veces se obtiene la gloria. Encontré a amigos que no veía desde hace mucho tiempo, aprendí que en la vida la tristeza y la pena existen con el único fin de poder experimentar lo grandioso que es vivir en felicidad y armonía.
Este año, contra todo pronóstico renuncié a mi empleo y hoy se que no me equivoqué, este año hice cosas que jamás había hecho y gané mucha experiencia, este año escribí y hoy tengo una columna en este diario, además de colaborar con el diario La Industria, y la página web de un amigo, este año me golpeó pero los moretones han sanado, y es que si recibes un golpe, recuerda que este siempre queda en el pasado y que aunque te quede todo morado, la próxima vez que la vida intente darte un golpe habrás aprendido a esquivarlo.
Este año siento que crecimos, este año hemos reído, hemos jugado, hemos llorado de la risa, hemos llorado de la pena, hemos conocido nuevos amigos, hemos perdido seres queridos, hemos visto nacer a nuevos niños. He jugado con mi sobrino, he ganado algunos kilogramos, he intentado y lo he logrado, me he equivocado y he aprendido, he perdido y he ganado.
Este año aprendí a sentir el vacio de los que se fueron para no volver, pero aprendí a sentir su espíritu conmigo, aprendí a extrañar, aprendí a añorar, aprendí a tropezar, aprendí a abrazar, aprendí a hablar con sinceridad, aunque esto a veces cause en algunos incomodidad, aprendí que la vida es un momento, aprendí que aquí estamos solo de paso, aprendí que la soledad puede ser a veces la mejor de las compañeras, aprendí que un sonrisa te abre las puertas y te ayuda a andar sin tropiezo por todos los caminos. Pero sobre todo me he dado cuenta que esto recién comienza y que de eso precisamente se trata la vida, de aprender, de vivirla con intensidad, de no dejar las oportunidades pasar, de aprovechar al máximo cada segundo de existencia en nuestro pequeño y limitado mundo terrenal. Aprendí que la clave para ser eterno es amar todo lo que haces y vivir cada segundo de tu vida intenso.
Se acabó el 2010, esta noche a las doce, esté donde esté, celebre o no celebre, tenga su prenda amarilla o no, si tira lentejas de espaldas, si come sus doce uvas al punto de atoro, si corre con las maletas la manzana, o haga lo que haga, recuerde que un año más habrá pasado. Feliz año nuevo para usted mi lector estimado, bienvenido 2011.
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