sábado, 21 de mayo de 2011

Hasta luego….


Vida, experiencia por la que pasan nuestras almas, en un planeta llamado tierra para aprender a vivir, valgan verdades y redundancias, para comprender los misterios del milagro con el mismo nombre, para aprender a reír, para aprender a llorar, para aprender a gritar, para aprender a actuar, para aprender a aprehender, para aprender a amar, para aprender a odiar, para aprender a perdonar, para aprender a perdonar, para aprender a confiar, para aprender a desconfiar, para aprender a caer, para aprender a levantarnos, para aprender a apoyarnos, para aprender a gritar, para aprender a callarnos, para aprender a aburrirnos, para aprender a extrañarnos. Vida, bendita vida, insaciable e inagotable.

Y es que la vida la siento así de misteriosa e intensa, una experiencia en la que haces amigos, y también existe gente que precisamente no quiere serlo. Sin embargo la vida te da amigos, y así como te los da, también te los quita. Te quita amigos, te quita familia, la vida te enseña que tienes un aparente final, la vida te enseña que debes aprender a aceptar la muerte, que debes aceptar a no ver para siempre a aquellos a los que mas quieres, la vida te enseña muchas cosas y como seres humanos recordamos muchas otras.

Te extraño tía Sarita, mi tía viejita, recuerdo todos los días por los que pasaba por tu puerta, tu de fondo sentada en tu perezosa, a lo lejos, recuerdo tu saludo, Hola Doctor – me decías- mientras agitabas tu lánguida mano. Recuerdo que fuiste tú la primera experiencia importante en mi vida, aquella que me enseñó que no somos inmortales, recuerdo que de pequeño me preguntaba: Y ¿ahora? ¿Qué será de mi tía? , ¿Cuándo la volveré a ver?, ¿Porqué no me dejaron ir a verla en su despedida?, hoy encuentro los motivos, hoy encuentro las respuestas a mis preguntas, hoy le encentro las razones a mis desazones. Y hago el recuento también de aquellos por los que alguna vez me hice la misma pregunta, y de aquellos a los que hoy por hoy confirman mis respuestas.

Félix, entrañable amigo de la secundaria, recuerdo que me encontraba en Trujillo cuando supe de la noticia de tu extinción, un baño de verano te arrancó el alma. Tú mi amigo, con un futuro brillante e incomparable, tal vez y tu luz no era digna de este planeta, tal vez y tu vida y tu alegría ya habrían sobrepasado lo humano. Tú, mi amigo, que me enseñaste a aceptar la muerte a cualquier edad, tú que me enseñaste a vivir la vida como si se tratara del último día. Aún recuerdo, tu mirada, aún recuerdo tu cabellera de pelitos genéticamente parados. Amigo, se que algún día nos reencontraremos, y conversaremos como en los tiempos de colegio. Y me seguirás enseñando y seguiremos aprendiendo por la eternidad.

Abue, tú mi viejita querida, te recuerdo verme llevar y agitando tu matamoscas desde tu perezosa reclinada ya por la comodidad a la que uno aspira al llegar a la vejez. Cada vez que entro a la cocina veo tu vieja silla, aquella en la que te sentabas por las tardes a tomar tu tacita con té y tus panes con lo que el día haya provisto. Recuerdo tus llamadas de atención, recuerdo tus consejos, los sábados en los que sacrosantamente a las 5:00 p.m. pedías ver el programa de Augusto Ferrando, o de de Don Francisco años después. Recuerdo el día de que Dios decidió llevarte, estaba en el colegio, y fue justo el padre de Félix, quien me dio la noticia. Prepara tus cosas hijo – díjome mientras colocaba su mano en mi espalda - tu abuelita ha muerto. Tienes que ir a casa.

Antonio, mi gran amigo, mi cuñado, te recuerdo todos los días que pasan, recuerdo nuestras conversaciones, aquellas en las que nos reíamos sin parar, burlándonos de nosotros mismos. Burlándonos de todo aquello que nos parecía digno de ira. Recuerdo tus llegadas a casa, las horas largas de plática. Momentos de alegría, es lo único que recuerdo contigo. Te extraño mucho amigo, te extraño mucho hermano, te extraño mucho cuñado. Y sé que tu familia también. Sé que tu madre, tus hermanas, tus hermanos, tus amigos, tu pequeño hijo, tu esposa y todos los que aquellos tuvimos la dicha de toparnos contigo te echamos muy de menos. Sé que tú debes estar arriba y sé también que yo estoy aquí abajo, y aunque ya no estás a nuestro lado se que estás las 24 horas del día viendo cada uno de nuestros pasos.

Gracias amigos por enseñarme a llorar, gracias amigos por enseñarme que la vida en este planeta y en esta forma es solo pasajera. Sé que algún día nos encontraremos, sé que algún día nos miraremos a la cara otra vez y reiremos. Los extraño mucho, pero los siento a mi lado. Siente que siempre están mirando mis pasos, y sobre todo se que su partida fe un hasta luego. Algún día nos veremos y nos abrazaremos, y jugaremos, y conversaremos y reiremos… Gracias infinitas por enseñarme a entender el gran misterio de la vida… los quiero y los extraño, y les prometo un día tal vez lejano o no lejano, que nos reencontraremos. Hasta luego tía, hasta luego abu, hasta luego amigo, hasta luego hermano…

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