viernes, 25 de noviembre de 2011
Carta…
¿Cómo vas?, espero que bien, yo por acá intentado seguir con mi vida como siempre, pues es lo único que queda. Debo confesar que estos días en los que tu ausencia me acompañó, no han sido nada fáciles, sin embargo y en contra de lo que yo pensaba, no fueron tampoco muy difíciles. Y es que en realidad he recordado en este tiempo que tu presencia, a pesar de tu corta cercanía, fue algo a lo que realmente nunca estuve acostumbrado, pero debo confesar que me hacía bien tenerte allí y saber que podía encontrarte a mi lado.
En este tiempo he recordado lo poco que hayamos podido vivir juntos y las experiencias que la señora vida nos ha regalado, experiencias cortas pero tal vez y algunas de las más intensas que haya vivido en mi nada divertida vida.
Quisiera hacer, a veces, una lista de tus errores y tus defectos pero creo no sería bueno, para mí que no puedo seguir perdiendo el tiempo pensando en lo no positivo que fuiste en mi vida, ni para ti que probablemente ni si quiera te importe lo que llegue a concluir.
Prefiero recordar los pocos momentos juntos, los pocos momentos de alegría plena, y los momentos vividos de angustia también, porque quiérase o no, fueron momentos vividos a tu lado y a tu lado es que he aprendido a vivir, a tu lado es que he aprendido a madurar, a tu lado es que he aprendido a no ser el mismo, a tu lado sé que he evolucionado, a tu lado sé también que he disfrutado, pero sobre todo sé que a tu lado he vivido.
Y es que tu ausencia me afecta, y cuesta reconocerlo, porque de alguna forma eres parte de mi vida o tal vez yo también de la tuya, afecta porque sé que vives, pero no te veo, porque sé tal vez y no te vuelva a ver hasta el día que tenga la certeza que hayas muerto. Hoy tiemblo al pensar en ese inevitable momento y espero tal vez que seas tú quien finalmente llegue a mi encuentro.
Tal vez y has hecho mucho daño, más daño del que realmente te imaginas, pero la distancia y el tiempo, dicen los sabios, que borra todo, que cura heridas, lamentablemente la piel no es perfecta y queda marcada con cicatrices de por vida. Marcas de vida, marcas de experiencia, marcas que nos auto infligimos con la torpeza digna de cualquier ser no humano, marcas provocadas por tu existencia, por tu presencia, por tu no sapiencia, por tu ignorancia y sobre todo por la importancia con la que mi alma considera tu existencia.
¿Habrá segunda chance?, no lo sé y es lo que, por el momento, menos me interesa. Quiero comentarte que no me gusta estar a distancia de tu alma, que tu ausencia, para mí, implica hoy aceptar que tengo un enorme vacío allí donde alguna vez estuviste tu, que contrariamente a la pena y malestar que sentía por eventos ajenos a nosotros, y a la esperada desesperación que auguraba iba a sentir, hoy estoy aquí tranquilo aunque no feliz.
Aunque no tenemos mucho en común, a pesar del lazo que nos une, hoy no me es difícil no saber de ti, aunque no quiera recordarte, estás en todos lados, estás en el celular, estás en aquellos mensajes tuyos que aún conservo, estás en mi facebook, estás en mi messenger, estás en mis sueños, y debo confesar que también en algunas de mis pesadillas, estás donde no quiero que estés, estás cada vez que cierro mis ojos, estás cada vez que me propongo dormir, estás cada día que trabajo, estás en todas y cada una de las cosas que hago y que no hago, tu imagen está enquistada en mi cerebro, en mi mente, en mi alma, en mis 9 conciencias en mis 8 sentidos en todo aquello que respiro y percibo.
Eres como un virus que mi cuerpo se resiste a eliminar, eres parte de mí a pesar de todo, porque la vida lo quiso así, porque yo no lo elegí y tú tampoco, porque la naturaleza sabia y anciana decidió hacer que nuestras almas se encontraran, que nuestras existencias se encontraran en esta reencarnación, en estas vidas, porque estoy seguro que Dios me puso en tu vida por algo, y te puso en la mía por la misma razón, porque sé que aunque pequeño tu aprendiste de mi tal cual yo aprendí, sigo aprendiendo y espero, con sentido masoquista tal vez, seguir aprendiendo de ti.
Hoy no estás a mi lado, y de hecho he pensado; creo que tampoco nunca lo estuviste, sin embargo debo confesar, que la distancia me hace recordarte, que cada vez que abro los ojos, pienso en ti y me pregunto qué te estará pasando, qué estarás pensando, qué estarás viviendo, qué estarás comiendo, qué estarás haciendo, qué estarás esperando, y a veces debo confesarlo, me pregunto si alguna vez regresarás a nuestro lado.
No debo ser más extenso, pues el espacio aquí a veces me resulta pequeño, y no es reclamo, es simplemente un “aclaro”. Me despido de ti deseando como siempre que seas muy feliz a tu manera, pidiéndote que recuerdes siempre que a pesar de todo estamos a un llamado de distancia, a un click de conversar, a un chat con cam de vernos, a distancia física sí, pero afortunados de vivir en el mismo planeta aún, de tener una vida material y física aún que nos permita sentir en un futuro, espero no muy lejano, el abrazo del otro, el corazón del otro palpitando junto al otro, los lados izquierdos de nuestros pechos tocando en un mismo son y juntos en sentido contrario. Espero tener la oportunidad de sentir tu alma latiendo una vez más, junto a la mía, no espero que esta carta llegue a tu corazón, simplemente se que la leerás y se quedará archivada en tu razón.Cuidate mucho...
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Ya vez... Hace tiempo era.... (: me gustaaa cuando escribes Waltercito...
ResponderEliminarTe extraño amigo, quisiera volver a verte.
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