Hace ya exactos 368 días que tu presencia no nos acompaña, hace ya poco
más de un año que venciste al cáncer y a la muerte para despertar a una nueva vida. Hace un año ya que se, que aunque te busque entre nosotros, nunca más, al menos en esta vida terrenal, te volveré a ver. Hace un año que paseo por las calles y veo a personas de espaldas confundiéndolas contigo, hace más de un año, que oigo voces y risas similares a las tuyas, solo para girar y darme cuenta una vez más que sería imposible que seas tú. Hace un año ya que me enseñaste con tu vida a luchar hasta el final. Hace un año que me encomendé a Dios y le pedí me ayude a ser un buen padre. Hace un año apenas que no estás aquí y, sin embargo, me parece incontable, eterno, y a la vez fugaz el tiempo que tu ausencia se ha notado.
Hace un año ya que nuestra amiga muerte decidió llevarte, hace un año que engañaste a la pelona para resucitar a la vida eterna. Hace poco más de un año y celebrábamos tu cumpleaños, hace poco más un año y tu hijo, mi sobrino y ahijado, te llamaba padre. Y es que te nos adelantaste y sé que nos estás reservando un espacio.
Querido Toñito, mi cuñado favorito, como solía decírtelo mientras sonreíamos pues sabíamos que eras el esposo de mi única hermana. Mi querido Shreck, como solía decirte cuando me hacías enfadar haciendo mofa de mi, casi poco no notorio, sobrepeso. Mi querido amigo, mi querido hermano ya ha pasado un año y no sabes cómo te hemos, te estamos y te estaremos extrañado.
Ha pasado el año más difícil de todos los que vendrán, este año tu hijo, mi ahijado, preguntó muchas veces por ti. Este año tu hijo aprendió a darse cuenta de lo duro del concepto muerte. Este año tu hijo, se ha transformado en el mío, y tal como lo dije en su bautizo, ese es y será mi compromiso. Nuestro hijo está creciendo cuñado, y este año preguntó por ti; en su inocencia pidió una escalera para llegar al cielo y visitarte, en su inocencia preguntó cuando regresarías del viaje, en su inocencia preguntó si estabas en las estrellas y cómo poder alcanzarlas, en su inocencia me preguntó si yo sabía algo de su padre.
Tu partida temprana nos ha cambiado la vida, mi hermana no sabes cómo te extraña, y de tu familia ni hablar, tú sabes cómo te adoran. Ha pasado un año desde aquella última vez que fui a visitarte. Ha pasado un año desde que en la camilla de aquel hospital abriste los ojos y tu mirada me reconoció, ha pasado un año desde aquella mañana en la que ajustaste mi dedo pulgar con toda tu mano y me dijiste: “Hola Walter, cómo estás compa’re” para luego quedarte dormido. Ha pasado más de un año desde aquel día y aún siento la fuerza de la palma de tu mano rodeándome el dedo. Ha pasado un año desde nuestra despedida física, ha pasado un año desde que tengo por seguro, tengo un ángel a mi lado.
Este año nuestro hijito pasó su primer día del padre, sin su padre físicamente. Fui yo quien recibió los regalitos, esos que solemos hacer todos de niños cuando estamos aún en el nido o el jardín. Tengo muy claro que no los merezco, pero prometo hacer los méritos necesarios para ganármelos. Nuestro hijo está creciendo Toñito, está grande y está bonito. El siempre te recuerda y sobre todo en su inocencia repite actos tuyos. Recuerdo el día en que viajaba a Lima, días después de tu partida, me iba muy triste pues no quería despegarme de nuestro hijo, y se despidió dándome un montón de besitos, tal cual acostumbrabas dárselos a él. Ese gesto me indicó que tú vives en él y siempre estarás en él. Gracias Toñito, ese día sentí que tú te despedías también de mi a través de nuestro hijo.
Extraño tus bromas, extraño tu sonrisa, extraño tu mirada, extraño nuestras conversaciones, esas que teníamos como dos buenos amigos, esas conversaciones en las que hablábamos de muchos temas, de muchas cosas, ese intercambio mutuo de experiencias y errores en nuestras vidas. Esas conversaciones que no he tenido el placer de tenerlas ni con mi padre, ni con mis hermanos. Esas conversaciones que solo se dan, creo yo, entre dos grandes amigos.
Te extrañamos mucho cuñado, a pesar de saber que te tenemos siempre pendiente de nosotros y sentirte a nuestro lado. Guárdanos un lugar al lado tuyo allá en el cielo y guía junto a nuestros ángeles nuestro camino para alcanzarlo tal y como tú lo has hecho.
Ya ha pasado un año sin ti, y si la vida terrenal se nos alarga más de lo previsto, serán muchos años con tu ausencia física. Estás vivo en mis recuerdos y en todos y cada uno de los actos de nuestro hijo. Cuídate mucho cuñado, nosotros desde aquí estaremos anhelantes siempre por alcanzarte. Gracias por haber vencido a la muerte con tu vida, gracias por haber sido ejemplo de gente, y haber tenido ese don de humildad y alegría, propio de pocos seres humanos. Hasta siempre Toñito. Hasta siempre mi gran amigo.
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