domingo, 18 de septiembre de 2011
Tierra de nadie…
Los altos índices de criminalidad alcanzados por estos días son realmente dignos de preocupación en el país, se ha llegado a tal situación que hoy por hoy, cada vez que salimos de casa nos toca persignarnos y rezar porque nada malo nos suceda.
Veo en un noticiero de la mañana que se ha implementado una sección especial titulada “ALERTA”, en el que se dan ciertas recomendaciones diarias al ciudadano de a pie para que, ante cualquier eventualidad, se pueda defender. Aplaudo la iniciativa de dicho segmento pero en el fondo me pongo a pensar y aplaudo con mucha pena pues quiérase o no se tiene que llegar a estas situaciones lamentablemente no por un evento feliz.
Hasta el día de hoy son innumerables los casos de conocidos que han tenido la mala experiencia de haber sido ultrajados, es tal el sentimiento de frustración y de impotencia, y tal también el grado de indiferencia de autoridades que a fin de cuentas se termina haciendo poco o nada.
Veo con cierto temor por el respeto a la falta de autoridad, tan inexistente por estos días, pero a la vez con mucha atención, la forma en la que ciudadanos de Cajamarca, entre ronderos y civiles, toman la justicia por sus manos haciendo que el delincuente pida disculpas a todo el pueblo mientras es sometido a castigos de esfuerzo físico, además de los muchos chicotazos que se reciben públicamente. Obviamente no es una medida aplaudible, pero debemos asumir con mucha tristeza que dichas acciones son el resultado del sentimiento de un pueblo ante la carencia de una autoridad competente y realmente actuante.
La situación real es que existen muchos vicios y vacios legales producto de tantas leyes otorgadas por las “luminarias” parlamentarias que nos legislan, tal es así que se crea un círculo vicioso que empieza con el ataque a la víctima, ataque que, o decide no denunciar por lo que asume que nada se hará, o decide denunciar el hecho a sabiendas que expone se vida. Si se hace la denuncia, la respectiva comisaría recibirá dicho atestado, ante esto nacen dos nuevas alternativas, o se hace algo para encontrar al delincuente o no se hace nada. Si se hace algo por encontrar al maldito ultrajante, una vez más nace otra disyuntiva, o se le encuentra y se le captura o simplemente ni siquiera se toman la molestia de buscar al agresor. Finalmente si la policía logra capturar al agresor, de acuerdo a ley, esta gente tiene derecho a un abogado pagado por el mismo Estado, osea por los impuestos pagados por el ultrajado, por el mismo policía, por usted y por mi y menos por el agresor, y en menos de 24 horas, el delincuente saldrá sonriente a seguir en lo que considera su “chamba”. En conclusión, si usted denuncia y la policía decide hacer algo, el señor delincuente saldrá libre, se reirá en su casa, en la cara del policía y la de los demás y seguirá haciendo lo mismo de siempre, su “chamba”.
Viene a mi mente la entrevista que se le hiciera a un avezado delincuente capturado, en el que la reportera le pregunta: ¿por qué hace eso señor?, ¿por qué es delincuente?, a lo que este respondió: yo no soy delincuente señorita, soy “cogotero” nada más. Al escuchar estas declaraciones, mi indignación fue grande pues estas personas consideran que su “chamba” es precisamente eso, ignoro si el señor haya estado consciente o bajo los efectos de alguna sustancia, pero la sinverguenzada expresada no tiene perdón de Dios ni de nadie.
Hoy la delincuencia, ya no distingue nada, se han visto casos directos de ultraje a congresistas, a la ex primera dama, a actores de una serie de televisión y a muchos otros personajes conocidos, afortunadamente, y lo digo con frialdad, lo sé, se está llegando a estos niveles, pues precisamente por su función de autoridades o de alguna forma personajes con representación pública afectos, se está tratando de comenzar a hacer algo si quiera por atacar esta situación.
Estamos llegando al punto de perder la vida por nada, la gente desquiciada anda por allí armada y ante cualquier ataque o vulneración a su frágil mentalidad no se hace más que atacar cobardemente a cualquier transeúnte. Hoy vemos muertes por no dejarse robar un celular, muertes por diez nuevos soles, por no querer entregar las cosas, matanzas entre familiares, muertes por engaños, muertes por cualquier asunto. Estamos llegando a un punto tal en el que salir de casa y conservar la vida se ha convertido en una especie de juego de ruleta rusa. ¿Esperar medidas de nuestras autoridades?, si se empiezan a tomar y se dan con eficiencia, no será un proceso de un día para otro. Queda en nosotros como población y principales afectados comenzar a tomar las medidas coordinadas y necesarias con las autoridades para empezar a atacar este mal social y evitar llegar a situaciones más infrahumanas de las que ya estamos viviendo actualmente. Piense, recapacite, y coordine acciones con sus vecinos y autoridades. Mucha suerte en este juego de azahar en el que se han transformado nuestros días.
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