Se vienen las presidenciales y apenas estamos en la segunda vuelta de las regionales, ¿quién ganará esta vez?, cuantos meses tendrán que pasar para que se sepa finalmente ¿quiénes serán los ilustres ganadores de un sillón regional hasta la próxima contienda electoral?.
Hasta el día hoy, poco más de dos meses después, el panorama regional y municipal no está del todo definido, por ineficiencia muchas veces de nuestro órgano regulador de procesos electorales y por inconformismos, impugnaciones, tachas o reclamos de los infelices no ganadores que hasta el día de hoy, siguen no aceptando que el pueblo no lo quiso para gobernar, aunque debo decir también que están en su legítimo derecho de patalear, y quién sabe si de acá a unos días tal vez y hasta la situación por la que están pasando puedan voltear.
Las últimas tendencias regionales y municipales, señalan cosas interesantes, los grandes perdedores fueron los partidos tradicionalistas, y los grandes ganadores fueron aquellos neo partido políticos propios de su ciudad y región y con imágenes frescas nuevas, renovadas y mejoradas, actitudes carentes y muy desgastadas en los partidos políticos y las personas que fueron derrotadas.
Conclusión, el pueblo se aburrió de los dinosaurios, y prefirió votar por el cambio, el pueblo exige renovación y dejó de lado a los charlatanes de siempre, esperemos ahora que los ilustres ganadores, no defrauden a un pueblo que los eligió con la esperanza de no repetir las joyas de gestión que vieron en su segmento de nación.
Me preocupa también, que si para las municipales en Lima, tuvimos que esperar cerca de un mes para saber realmente quien gana una elección, para las presidenciales exista menos tiempo de espera y menos margen de error. A todo esto, ya salieron a hablar “los presidenciables” y he aquí un pequeño resumen, desde el punto de opinión de este humilde escribidor:
Si ganara el APRA, “Meche” Aráoz podría, muy bien, ser la carita bonita del Aprismo, pero Alan sería quien estratégicamente y tras bambalinas, en conjunto con la sarta de ya arcaicos rostros del aprismo de siempre gobierne finalmente; si ganara el fujimorismo de la mano de Keiko, la liberación del Ex Presidente Fujimori podría ser determinado casi ya como un hecho y sería él quien gobernaría el país una vez más desde las sombras (no se ofendan fujimoristas, escribo “desde las sombras” por no repetir una vez “tras bambalinas”)esta vez claro, sin un Montesinos al costado, o al menos libre.
Si ganara Perú Posible de la mano de Toledo, se podrían volver a repetir los errores y excesos de su primera gestión y saldrían una vez mas (y puedo casi prometerlo) todo el recuento de su noble familia y los miles de defectos domésticos que no dependen de la figura del otrora mal llamado “Auquénido de Harvard” que de acuerdo a algunos ojos que pecan de puritanos y al juzgamientos de personas que pecan también de ser también más papistas que el papa, le quitan a una figura presidencial la majesta que todo líder político y representante de una nación debería, hipotéticamente, tener.
Si ganara Castañeda, y llegara a realizar obras de significancia como las realizadas durante su gestión municipal en la capital, pero sigue conservando ese “mutis - modus operando” que salió a relucir en él cada vez que se le detectaba alguna incoherencia en las formas y mañas para la aprobación de los proyectos de gran inversión, así como el desfalco en el pago de los mismos y las formas misteriosas de cobro, precisamente, de las “pequeñas” millonarias diferencias entre el presupuesto aprobado de un proyecto y las contingencias económicas en la aplicación y ejecución del mismo, el país correría un riesgo, pues no tendríamos a un presidente del todo transparente.
Si ganara Ollanta, la dictadura y las mañas Chavistas, así como los pensamientos retrógradas y cuasi militares, podrían estar casi garantizadas por lo que el Perú probablemente retrocedería en todo este proceso de crecimiento sostenido, mas no sustentable, que ha tenido durante los últimos 10 años,
Por último, pero no menos importante, si llegara a ganar Pedro Pablo Kuchinsky, mejor conocido como PPK, existe tal mescolanza de alianzas entre yucas, papas y camotes, un emprendedor ganador y un par de representantes políticos, nunca ganadores, detrás de él que la brújula de su gestión andaría media desequilibrada sin tener un horizonte definido precisamente por la insana alianza para el cambio que se formó.
Como ve, el escenario político en los meses venideros si que promete, si las regionales y municipales estuvieron “de candela”, podría imaginarse que las presidenciales estarán “de infierno”, con el perdón de Don Satanás, que no tendría por qué recibir y soportar a tanto mal inquilino. Aliste su canchita una vez más y no se pierda todos los días el corte electoral todos los días a la misma hora y por el mismo canal.
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