“Préstame S/. 50.00, brother”- díjome un amigo - que, siendo estudiante en una conocida universidad, necesitaba el dinero para solventar algún gasto. ¿Para qué lo necesitas?, - pregunté - pues por la cara con la que se presentó, mi sexto sentido daba cuenta que aquel dinero no tendría para nada un correcto uso y fin. “Lo necesito para pagarle a un profe, y sacar un once de promedio, salvar el curso” – fue la respuesta que me hizo pensar en muchas cosas acerca de la educación, a parte claro de la sermoneada que recibió mi “necesitado” amigo.
Comencé a pensar entonces en la necesidad absurda y vana de mi amigo, aquella necesidad de pagarle a un “Proxeneta”, mal llamado por él como “Profe”. Pagar a alguien por un once, por no repetir el curso, por no tener la desgracia de volver a cruzarse con este “Proxeneta educador”, alias “Profe”, y darse el gusto de no volver a verle la cara tres aburridos meses más. Tal vez y la desesperación de mi amigo no era “salvar su curso”, tal vez y solo quería comprarse el placer de no volver a ver a este delincuente, mal llamado “profe”, que se daba el lujo de cobrar a sus alumnos por no haber sido capaces de atender y entender las barbaridades y animaladas que muchas veces aseguran tratar intencionalmente estos seres. Seres acostumbrados a evaluar a los estudiantes con exámenes que ni siquiera ellos mismos podrían resolver por sí solos o que habiendo tomado el mismo examen durante sus “miles de años de experiencia”, serían capaces de recitar todas sus evaluaciones con puntos y comas.
Por su puesto no apoyé a mi amigo, y claro que le hice entender que aquel al que llamaba “profe”, aquél que le cobraba por un once o por un punto más, no era más que un delincuente maldito y bicho rastrero, que por azahares del destino se cruzó en su camino y que no cobraba por la no inteligencia de mi amigo, sino que estaba pidiendo limosna para un pobre proxeneta de la educación incapaz de saber llegar a sus alumnos, y que sabiendo que debería ser para ellos ejemplo y modelo de conducta intachable, no hacía más que dar gala de la organizada red de delincuencia que se encontraba formando, pues lamentablemente este “rastrero proxeneta” había encomendado a un alumno, que precisamente no era el más brillante de la clase, y al que los demás apodaban como “El Puma Carranza” (Por no querer abandonar la U) el derecho y autorización de cobro a cada uno de sus clientes-alumnos.
Recordé también los tiempos de estudiante, aquellos en los que impredeciblemente “pasaban” de ciclo, precisamente quienes no habían tenido tiempo para hacer trabajos, o ir a exámenes, pero si tenían tiempo para salir con los “profes” a tomar un café, o alguna especie de bebida alcohólica, o cenar por allí o aventurados y aventuradas que en épocas navideñas hacían envíos de sacos de arroz o pavos a casa de alguno de estos sujetos y no necesariamente deseándoles una feliz navidad y un próspero año nuevo.
Felicito a aquellos alumnos que siendo conscientes de las “joyas” que muchas veces como estudiantes debemos soportar, toman acciones para INTENTAR SIQUIERA remediar en algo la lacra ambiental que fomentan estos aborrecibles seres. Mis felicitaciones también al otro lado de la moneda, aquellos MAESTROS, PROFES EJEMPLARES, que dignifican y que mantienen y sostienen el ser llamados profesores o maestros con orgullo, a pesar de existir zánganos miserables que abusan y aprovechan su condición de tales para dar rienda suelta a sus rebajadas y subterráneas pasiones animales y delincuenciales.
Éxitos para todos aquellos alumnos que luchan en contra de la proliferación de estos “proxenetas”, aplaudo, la valentía y el coraje de enfrentarse a un sistema educativo, que a parte de ser deficiente lamentablemente mantiene y se empeña en mantener a termitas insignificantes que terminan manchando muchas veces el cuerpo no solo de una institución, sino también al tronco mismo de la escuela profesional a la que pertenecen.
Sería interesante que los alumnos comprendamos que no debemos permitir más la prostitución de nuestra ya alicaída educación, sería bueno aprender a matar a estos delincuentes y proxenetas educadores. No pretendo lavar las conciencias a nuestros mal llamados “Profes”, pero si pretendo despertar en nuestros estudiantes, el coraje y la valentía que se requiere para enfrentar a capa y espada la limpieza, desparasitación y purificación de nuestro muchas veces podrido sistema educativo.
Eliminemos a los parásitos que nos avergüenzan y desterremos a estos proxenetas, no contribuyamos con la prostitución de nuestra educación, si un ser de estos pretende cobrar por aprobarte, recuerda que si denuncias este acto, este bicho rastrero morirá de hambre.
Felicitaciones alumnos luchadores, desde estas líneas y este espacio, reciban mi afecto y la mayor de mis consideraciones. A ustedes valientes mata bichos rastreros, les aseguro que el mundo de hoy es de ustedes, será de ustedes y se rendirá a los pies de gente como ustedes…
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