miércoles, 31 de agosto de 2011
Hipocresía
La hipocresía de aquellos que, delante tuyo, simulan ser amigos, para luego hablar acerca de ti a tus espaldas, es lo que más aborrezco en este mundo. Triste es la vida del mediocre, que entorpecido por la inutilidad de su vida y la banalidad de su alma, tiene a bien comentar la de los demás; más triste aún la del cobarde que se oculta tras una falsa sonrisa para terminar luego hablando de algo que considera útil y digno de realizar, hablar de la vida de los demás y más miserable aún se torna su existencia por hablar en ausencia de aquellos por los que se llena la boca vociferando estupideces y de las que no sería capaz aún, a pesar de la inmundicia en la que vive y se arrastra, de repetir delante del agraviado, las heces escupidas por la bella cloaca que lleva por boca.
La parte buena de encontrarte con un hipócrita es que aprendes a conocer realmente a sujetos farsantes que cegados por la estupidez actúan como criaturas, lo más triste es que te das cuenta también de que a pesar de los errores antes cometidos en tu día a día, no has aprendido aún a diferenciar en algunos ocasiones a un buen amigo, de un simple hipócrita mas.
Y es que si alguna virtud he de reconocer en estos seres, es el talento que tienen para actuar, aparentar y sonreírte con una transparencia singular mientras que por dentro sus inquietudes y pensamientos sean muy contrarios a lo establecido por sus canallas rostros. Actores y actrices inigualables, infames y mezquinos badulaques, de inteligencia retorcida y alma podrida por la envidia, el resentimiento y la maldad, estos son nuestros queridos hipócritas.
Jamás entenderé el comportamiento de un hipócrita, por qué ese afán de vivir aparentando lo que no se es, por qué ese afán de ir por la vida dañando la de los demás, por qué hacer de tu vida, de tu desarrollo social, de tu ambiente laboral, de tu entorno familiar, una maraña de falsedad y cinismo. Qué impulsa a alguien a ser falso, qué motivación extraña puede haber en el hipócrita común y silvestre para ser así.
Tal vez y una frustración o traumas con respecto a realidades descubiertas de infancia, tal vez y la hipocresía del mismo hipócrita se centra en la necesidad de llenar los vacíos de su vida con retazos de la vida de los demás, o tal vez y espere cubrir con parches ajenos, los orificios emocionales que aquejan su alma. La frialdad de un hipócrita para sonreírte y luego apuñalar, es comparable al mal psicológico de aquellos criminales, que al menos y cometen la torpeza de realizar sus actos físicamente, la fortaleza del hipócrita radica en la fortaleza de su frialdad, frialdad para contactarte, frialdad para conocerte, frialdad para ganarte, frialdad para atacarte y frialdad para negarte. Execrables y admirables seres con defectos-virtudes no propias de todos pero si ajenas a muchos.
La vida miserable de esto seres abominables, definitivamente no es envidiable. El choque o el encuentro con uno de estos humanos en nuestra vida diaria, sin embargo, no debería pasar desapercibido.
La mejor arma para combatir a estas carroñas humanas, siempre será la lealtad y la transparencia, lealtad para quien se la merece y para aquellos que no, también; transparencia en nuestros actos en nuestro accionar diario, en el qué hacer de nuestros días. Lealtad infinita a los leales y mas desmedida aún con los que no lo son, pues de alguna forma deberán aprender de la dicha y el gozo que se siente al actuar de manera leal con todo el mundo. Del mismo modo la transparencia de nuestros actos, transparencia que refleje claramente los rayos de luz del sol hasta que iluminen por completo los sombríos momentos y lados oscuros de su existencia, esos momentos que los enturbian, que los apremian, que no los dejan vivir con libertad, que los arrastran a la vida miserable y falsa por completo que han decidido vivir.
La vida triste y llena de complejos del hipócrita, es realmente lamentablemente, las señales de envidia y rencor, propias de aquello que de alguna forma no supieron controlar; sus pensamientos y anhelos desde infancia y que por ende, como producto del vacío no solo físico que los rodeó, sino también del espiritual, y del amor de sus padres y familiares, provocan este tipo de actitudes, crean esta especia de lacras sociales, que después de todo no tienen la culpa de haber crecido siendo un simple cascarón, sin nada dentro ni siquiera aún en estado güero.
Miserables falsos de este mundo, gracias a su existencia sabemos que existe el otro lado de la moneda, la gente realmente sincera, inmundos males necesarios de esta vida, la soledad infinita es lo que les queda por tan rastrero modo de vida del que cómodamente se sirven. Gracias queridos falsos, gracias queridos hipócritas, gracias totales, hipócritamente hablando claro.
viernes, 26 de agosto de 2011
¿Un líder o un jefe?
"El falso líder habla a tus espaldas, el líder mediocre, señala.
El buen líder, explica. El líder superior, demuestra. El gran líder, inspira y motiva."… son las palabras de mi compañero de trabajo Cristhian Yoel Rodríguez Vásquez que hoy inspiran este artículo.
Y es que realmente, las palabras de este compañero de trabajo, al que me gustaría tal vez en un futuro llamar amigo, las considero realmente ciertas. Por mucho tiempo se ha debatido la diferencia entre un líder y un jefe, muchas personas consideran ambas palabras como tal, simples y meras vocales con consonantes unidas y sinónimas que de alguna manera representan jerarquía y sumisión, cavernariamente hablando.
Ser jefe implica ocupar un puesto que te da jerarquía, pero que no necesariamente es el origen del respeto, ser jefe tal vez e implica ser un capataz, ser un mandamás, ser un gendarme, un autoritario, un patrón más un simple y ordinario monarca al que todo el mundo debe obedecer, tan solo por ser lo que el titulo de jefe diga y no por lo que realmente dicho jefe sea.
Ser un líder es todo lo contrario, ser líder implica ser ejemplo, ser motivación , ser inspiración, poner y dar el corazón, ser líder implica ser y representar lo suficiente, ser líder es ser motivo y razón suficiente, un líder jamás te ordena, un líder siempre te motiva, un líder jamás te recrimina, al contrario y siempre te aconseja, un líder siempre corrige, un líder jamás se elige, un líder se gana y se origina, un líder es la cabeza y guía de un equipo, no es quien manda y dirige a sus peones.
Un líder es fuente, motivo y causal suficiente para la acción, el jefe es un simple capataz con órdenes sobre un peón, un líder es capaz de mover a toda una legión. Un líder te inspira confianza, un jefe te inspira temor, un líder allana tus temores, un jefe sobrevive de ellos. Un líder origina el cambio, un jefe atrofia el desarrollo. Un líder es consecuente, el jefe actúa segado de poder.
Un líder es siempre cambiante, el jefe es un cavernario andante; un verdadero líder es un verdadero guía, un jefe es aquel que empuja; un líder representa la admiración, un jefe representa la opresión, un líder es constantemente cambiante, el jefe es un fósil caminante.
El falso líder, no es un líder, el falso líder es un mediocre cobarde, un errante mas y un caminante, el líder mediocre siempre señala, porque jamás espera a alguien que le de la contra, el líder mediocre supone motivar cuando lo que verdaderamente hace es intimidar.
Un jefe se hace, el líder nace, un jefe es negligente, un líder es realmente inteligente, un líder está preparado siempre para el cambio, el jefe estará ceñido siempre en el pasado. Un líder siempre está en constante movimiento, un jefe está en constante estado parasitario; un líder es quien realmente da vida, en jefe es quien te absorbe día a día.
Un líder podrá siempre ser un jefe, pero un jefe jampas podrá ser un líder. El buen líder explica, el buen líder te enseña, el buen líder te ofrece conocimiento, el buen líder te ofrece sabiduría, el jefe obstruye tu crecimiento día a día. El líder superior, demuestra, el líder superior no solo enseña, también es motivo y señal de ejemplo, el jefe superior destruye, no construye ni contribuye.
El gran líder, inspira y motiva, el gran líder es realmente líder, el gran líder nace siendo líder, crece en la libertad que le proporciona su liderazgo y en el continuo perfeccionamiento de todos sus hallazgos, un jefe se empapela, un jefe demuestra ser mediocre, un jefe se vale reglamentos, no del respeto y la inspiración por el sujeto.
Es difícil ser un líder, y no es fácil llevar la carga de ser designado jefe, una línea muy delgada une ambos términos, y cualquier estupidez no digna de imitar separa ambos. La línea entre el liderazgo y una jefatura es muy frágil, sin embargo un verdadero líder tiene las cosas muy claras, un verdadero jefe siempre querrá que sean aclaradas. Un líder siempre tendrá criterio, un jefe siempre revisará sus reglamentos.
Para ser líder, no es necesario tener reconocimientos, solo satisface sentir los sentimientos, valgan redundancias, pues ser líder tiene todas y muchas más implicancias. Un líder siempre da la cara, un jefe se escuda siempre en los escritos. Hoy yo quiero celebrar lo dicho por mi compañero Cristhian Yoel Rodríguez Vásquez que tal vez y aún no es jefe, pero puede estar comenzando a ser un líder, aunque eso a muchos no anime y a otros pocos si motive. La grandeza un líder no se mide con unidades de medida universalmente conocidas, la grandeza de un líder la sientes y la imprimes cada vez que encuentras a estas personas indicadas en tu vida. Gracias por tus palabras compañero Cristhian, que la divinidad ilumine tus días, y la de que aquellos que hoy te siguen, y acepten de vez cuando que en ti encontraron a un líder. Sabias palabras, sabio amigo Cristhian, que el eterno de allá arriba, el líder supremo, siempre te bendiga. Exitos “Cebollita”…
El buen líder, explica. El líder superior, demuestra. El gran líder, inspira y motiva."… son las palabras de mi compañero de trabajo Cristhian Yoel Rodríguez Vásquez que hoy inspiran este artículo.
Y es que realmente, las palabras de este compañero de trabajo, al que me gustaría tal vez en un futuro llamar amigo, las considero realmente ciertas. Por mucho tiempo se ha debatido la diferencia entre un líder y un jefe, muchas personas consideran ambas palabras como tal, simples y meras vocales con consonantes unidas y sinónimas que de alguna manera representan jerarquía y sumisión, cavernariamente hablando.
Ser jefe implica ocupar un puesto que te da jerarquía, pero que no necesariamente es el origen del respeto, ser jefe tal vez e implica ser un capataz, ser un mandamás, ser un gendarme, un autoritario, un patrón más un simple y ordinario monarca al que todo el mundo debe obedecer, tan solo por ser lo que el titulo de jefe diga y no por lo que realmente dicho jefe sea.
Ser un líder es todo lo contrario, ser líder implica ser ejemplo, ser motivación , ser inspiración, poner y dar el corazón, ser líder implica ser y representar lo suficiente, ser líder es ser motivo y razón suficiente, un líder jamás te ordena, un líder siempre te motiva, un líder jamás te recrimina, al contrario y siempre te aconseja, un líder siempre corrige, un líder jamás se elige, un líder se gana y se origina, un líder es la cabeza y guía de un equipo, no es quien manda y dirige a sus peones.
Un líder es fuente, motivo y causal suficiente para la acción, el jefe es un simple capataz con órdenes sobre un peón, un líder es capaz de mover a toda una legión. Un líder te inspira confianza, un jefe te inspira temor, un líder allana tus temores, un jefe sobrevive de ellos. Un líder origina el cambio, un jefe atrofia el desarrollo. Un líder es consecuente, el jefe actúa segado de poder.
Un líder es siempre cambiante, el jefe es un cavernario andante; un verdadero líder es un verdadero guía, un jefe es aquel que empuja; un líder representa la admiración, un jefe representa la opresión, un líder es constantemente cambiante, el jefe es un fósil caminante.
El falso líder, no es un líder, el falso líder es un mediocre cobarde, un errante mas y un caminante, el líder mediocre siempre señala, porque jamás espera a alguien que le de la contra, el líder mediocre supone motivar cuando lo que verdaderamente hace es intimidar.
Un jefe se hace, el líder nace, un jefe es negligente, un líder es realmente inteligente, un líder está preparado siempre para el cambio, el jefe estará ceñido siempre en el pasado. Un líder siempre está en constante movimiento, un jefe está en constante estado parasitario; un líder es quien realmente da vida, en jefe es quien te absorbe día a día.
Un líder podrá siempre ser un jefe, pero un jefe jampas podrá ser un líder. El buen líder explica, el buen líder te enseña, el buen líder te ofrece conocimiento, el buen líder te ofrece sabiduría, el jefe obstruye tu crecimiento día a día. El líder superior, demuestra, el líder superior no solo enseña, también es motivo y señal de ejemplo, el jefe superior destruye, no construye ni contribuye.
El gran líder, inspira y motiva, el gran líder es realmente líder, el gran líder nace siendo líder, crece en la libertad que le proporciona su liderazgo y en el continuo perfeccionamiento de todos sus hallazgos, un jefe se empapela, un jefe demuestra ser mediocre, un jefe se vale reglamentos, no del respeto y la inspiración por el sujeto.
Es difícil ser un líder, y no es fácil llevar la carga de ser designado jefe, una línea muy delgada une ambos términos, y cualquier estupidez no digna de imitar separa ambos. La línea entre el liderazgo y una jefatura es muy frágil, sin embargo un verdadero líder tiene las cosas muy claras, un verdadero jefe siempre querrá que sean aclaradas. Un líder siempre tendrá criterio, un jefe siempre revisará sus reglamentos.
Para ser líder, no es necesario tener reconocimientos, solo satisface sentir los sentimientos, valgan redundancias, pues ser líder tiene todas y muchas más implicancias. Un líder siempre da la cara, un jefe se escuda siempre en los escritos. Hoy yo quiero celebrar lo dicho por mi compañero Cristhian Yoel Rodríguez Vásquez que tal vez y aún no es jefe, pero puede estar comenzando a ser un líder, aunque eso a muchos no anime y a otros pocos si motive. La grandeza un líder no se mide con unidades de medida universalmente conocidas, la grandeza de un líder la sientes y la imprimes cada vez que encuentras a estas personas indicadas en tu vida. Gracias por tus palabras compañero Cristhian, que la divinidad ilumine tus días, y la de que aquellos que hoy te siguen, y acepten de vez cuando que en ti encontraron a un líder. Sabias palabras, sabio amigo Cristhian, que el eterno de allá arriba, el líder supremo, siempre te bendiga. Exitos “Cebollita”…
sábado, 20 de agosto de 2011
Animales al volante…
No pasa el día, en el que no deje de ver en los diferentes noticieros, de
corte internacional, nacional, local y de medios de comunicación escritos y televisivos, el accidente de algún vehículo hacia alguna persona, el de dos vehículos entre sí, o simplemente un vehículo solo que chocó con algún poste o se desbarrancó. Todo producto claro de la dejadez o, mejor dicho del defecto humano que va al volante y que en su pequeña masa gris lleva cualquier otra cosa, menos la conciencia, la capacidad, la inteligencia y la humanidad mínima suficiente para comprender que detrás de un volante se lleva la responsabilidad de conservar, NO SOLO LA VIDA PROPIA, sino también la de PERSONAS QUE CONFIAN SU VIDA A UN SERVICIO, MUCHAS VECES MAL DADO Y OTRAS, AFORTUNADAMENTE POCAS, PRESTADAS POR UN ANIMAL QUE DA MUESTRAS DEL REGALO DOCUMENTARIO QUE LE HICIERON AL ENTREGARLE UN BREVETE.
Y es que personalmente, estoy harto ya de ver todos los días tanta ignorancia junta, estoy harto de ver seres haciendo gala de su inteligencia inferior y que asumen ser capaces de maniobrar un vehículo en estado de ebriedad, harto de ver que cada vez que me paro a esperar la luz verde de un semáforo, algún animal se detiene delante mío justo encima y cuando quiero yo pasar por el cruce peatonal, SEÑALADO PARA EL PASO SEGURO Y TRANQUILO DE LAS PERSONAS. Harto de ver que la estupidez llega a niveles tales en algunos animales al volante, que piensan que la luz ámbar de un semáforo, es para acelerar y aceleran solo para descubrir que en su soberana estupidez, lo único que hacen es atorar el tránsito de aquellos que realmente deberían pasar y crean incomodidad no solo al 1% por ciento de su noble inteligencia que les dice que se quedaron “atorados” en el tráfico y que tal vez y no lo debieron hacer sino también en aquellos hombres inteligentes, felizmente aún existentes, que saben seguir las instrucciones acordes de un semáforo que aparentemente resulta ser más inteligente que los animales primero mencionados.
Estoy harto de ver a los animales al volante, que responden un celular mientras van conduciendo en la carretera la vida propia y la de sus demás pasajeros y familiares, mucho más aún aquellos brutos y torpes animales al volante que se animan a enviar un mensaje de texto o a leer uno precisamente cuando están manejando y llevando bajo sus torpes manos la vida de muchas personas inocentes que tienen, por necesidad, que pagar por la estupidez disfrazada de hombre. Sorprende mucho más aún aquellos animales al volante, torpes y estúpidos mediocres que se aventuran a pasar a un vehículo en una carretera y vía principal, y mucho pero aún en curvas SEÑALIZADAS como imposibles de pasar de esa forma tan bestial.
Estoy harto de ver tantas muertes absurdas, tantas muertes en vano, tantas muertes por gente estúpida, por gente inconsciente, por gente mediocre, por gente que asume que tener un auto les da caché, y que por ello pueden hacer cualquier cosa para dar rienda suelta y sacarle lustre y brillo a la ignorancia enorme que llevan dentro.
Felizmente y espero no equivocarme, existe otro tipo de seres, detrás de un volante, a los que se les puede llamar humanos, gente consciente, gente educada, gente correcta y noble, gente que sabe lo que debe hacer y cómo lo deber hacer, gente con años de experiencia manejando con criterio y por qué no decirlo gente joven también que sabe y es consciente, consecuente y responsable con cada de uno de los movimiento y giros que le da al volante que lleva en las manos, al volante que cuida su vida y la de sus pasajeros.
Hoy muestro mi hartazgo con una situación que se ha salido de control porque nosotros mismos lo permitimos, porque aplaudimos que un vehículo pase a otro en una curva, porque con nuestro silencio somos cómplices de aquellos animales que realizan algunas de las acciones que comenté párrafos anteriores, si es que no todas en un mismo viaje. Somos cómplices pues no contribuimos con nada en el proceso de domesticar a cuanto salvaje tengamos al frente que nos lleve en el camino de formas tan despreciables y temerarias.
A los brutos y animales al volante, recapaciten y tengan consciencia de la noble labor que realizan y lleguen a buen fin en todos y cada uno de sus vaivenes, el mayor de mis deseos de éxito en su proceso de capacitación, humanización o domesticación y reinserción a la civilización que nos merecemos todos hoy.
A los inteligentes y humanos al volante, gracias por demostrarnos que por personas como ustedes, su profesión sigue siendo aún muy noble, gracias por llevarnos seguros a donde sea que vayamos, de ustedes es el éxito de cada uno de sus viajes, a ustedes les debemos llegar sanos, salvos y a tiempo a donde sea que queramos. Gracias infinitas por su humanidad y que su inteligencia llegue a iluminar las mentes de aquellos que contrarios a ustedes, deslegitiman su noble y siempre necesaria y supongo también infinita labor.
corte internacional, nacional, local y de medios de comunicación escritos y televisivos, el accidente de algún vehículo hacia alguna persona, el de dos vehículos entre sí, o simplemente un vehículo solo que chocó con algún poste o se desbarrancó. Todo producto claro de la dejadez o, mejor dicho del defecto humano que va al volante y que en su pequeña masa gris lleva cualquier otra cosa, menos la conciencia, la capacidad, la inteligencia y la humanidad mínima suficiente para comprender que detrás de un volante se lleva la responsabilidad de conservar, NO SOLO LA VIDA PROPIA, sino también la de PERSONAS QUE CONFIAN SU VIDA A UN SERVICIO, MUCHAS VECES MAL DADO Y OTRAS, AFORTUNADAMENTE POCAS, PRESTADAS POR UN ANIMAL QUE DA MUESTRAS DEL REGALO DOCUMENTARIO QUE LE HICIERON AL ENTREGARLE UN BREVETE.
Y es que personalmente, estoy harto ya de ver todos los días tanta ignorancia junta, estoy harto de ver seres haciendo gala de su inteligencia inferior y que asumen ser capaces de maniobrar un vehículo en estado de ebriedad, harto de ver que cada vez que me paro a esperar la luz verde de un semáforo, algún animal se detiene delante mío justo encima y cuando quiero yo pasar por el cruce peatonal, SEÑALADO PARA EL PASO SEGURO Y TRANQUILO DE LAS PERSONAS. Harto de ver que la estupidez llega a niveles tales en algunos animales al volante, que piensan que la luz ámbar de un semáforo, es para acelerar y aceleran solo para descubrir que en su soberana estupidez, lo único que hacen es atorar el tránsito de aquellos que realmente deberían pasar y crean incomodidad no solo al 1% por ciento de su noble inteligencia que les dice que se quedaron “atorados” en el tráfico y que tal vez y no lo debieron hacer sino también en aquellos hombres inteligentes, felizmente aún existentes, que saben seguir las instrucciones acordes de un semáforo que aparentemente resulta ser más inteligente que los animales primero mencionados.
Estoy harto de ver a los animales al volante, que responden un celular mientras van conduciendo en la carretera la vida propia y la de sus demás pasajeros y familiares, mucho más aún aquellos brutos y torpes animales al volante que se animan a enviar un mensaje de texto o a leer uno precisamente cuando están manejando y llevando bajo sus torpes manos la vida de muchas personas inocentes que tienen, por necesidad, que pagar por la estupidez disfrazada de hombre. Sorprende mucho más aún aquellos animales al volante, torpes y estúpidos mediocres que se aventuran a pasar a un vehículo en una carretera y vía principal, y mucho pero aún en curvas SEÑALIZADAS como imposibles de pasar de esa forma tan bestial.
Estoy harto de ver tantas muertes absurdas, tantas muertes en vano, tantas muertes por gente estúpida, por gente inconsciente, por gente mediocre, por gente que asume que tener un auto les da caché, y que por ello pueden hacer cualquier cosa para dar rienda suelta y sacarle lustre y brillo a la ignorancia enorme que llevan dentro.
Felizmente y espero no equivocarme, existe otro tipo de seres, detrás de un volante, a los que se les puede llamar humanos, gente consciente, gente educada, gente correcta y noble, gente que sabe lo que debe hacer y cómo lo deber hacer, gente con años de experiencia manejando con criterio y por qué no decirlo gente joven también que sabe y es consciente, consecuente y responsable con cada de uno de los movimiento y giros que le da al volante que lleva en las manos, al volante que cuida su vida y la de sus pasajeros.
Hoy muestro mi hartazgo con una situación que se ha salido de control porque nosotros mismos lo permitimos, porque aplaudimos que un vehículo pase a otro en una curva, porque con nuestro silencio somos cómplices de aquellos animales que realizan algunas de las acciones que comenté párrafos anteriores, si es que no todas en un mismo viaje. Somos cómplices pues no contribuimos con nada en el proceso de domesticar a cuanto salvaje tengamos al frente que nos lleve en el camino de formas tan despreciables y temerarias.
A los brutos y animales al volante, recapaciten y tengan consciencia de la noble labor que realizan y lleguen a buen fin en todos y cada uno de sus vaivenes, el mayor de mis deseos de éxito en su proceso de capacitación, humanización o domesticación y reinserción a la civilización que nos merecemos todos hoy.
A los inteligentes y humanos al volante, gracias por demostrarnos que por personas como ustedes, su profesión sigue siendo aún muy noble, gracias por llevarnos seguros a donde sea que vayamos, de ustedes es el éxito de cada uno de sus viajes, a ustedes les debemos llegar sanos, salvos y a tiempo a donde sea que queramos. Gracias infinitas por su humanidad y que su inteligencia llegue a iluminar las mentes de aquellos que contrarios a ustedes, deslegitiman su noble y siempre necesaria y supongo también infinita labor.
jueves, 11 de agosto de 2011
29 de Julio: Día de Don Luchillo
El 28 de julio de este año, me encontraba festejando las fiestas patrias en una conocida discoteca en Trujillo, recibí la llamada de uno de mis mejores amigos, hasta el momento, era Willy Guillermo invitándome al, en ese preciso instante, organizado cumpleaños de su padre.
Definitivamente no podía negarme a tan honorable invitación, pues aunque no precisamente estaba en mis planes ir a mi ciudad para los feriados, desde que fui partícipe de dicha invitación, algo me hacía suponer que aquel día iba a ser para recordar.
Y es que Don Luchillo, como le llamo yo de cariño a Luis Félix Guillermo Isla, es un ser muy especial, podría decirse que es una de esas personas que no encuentras, un ser humano, de los pocos que conozco, digno de ser llamado gente. Un padre aparentemente ejemplar, cariñoso, y probablemente, supongo yo, muy querendón. Y es que Don Luchillo, como repito me atrevo a llamarlo yo, es así.
Lo conocí en el cole, en la secundaria para ser más precisos, siempre lo recuerdo sentado en aquel escritorio del ambiente de la sub dirección del plantel, siempre recuerdo su caminar pausado, su sonrisa de chiquillo inocente y travieso, aquella que la genética tuvo a bien clonar y trasladar a sus hijos. Aquella sonrisa que caracteriza a la familia de apellido con tono de nombre, y es que los Guillermo, son los Guillermo.
Una rica familia, no necesariamente en el sentido económico, sino en el sentido de unión, y supongo también desunión, como en toda familia. Una familia a la que profesamente declaro envidiable, pues la capacidad de Don Luchillo, no solo alcanza los límites de la enseñanza y la docencia, y porque no decirlo también decencia, de un maestro, sino también atañe los valores y virtudes que puedes encontrar y desear en un buen padre.
Don Luchillo, aquel hombre de ya sesenta años, y perdone usted que lo desnude cronológicamente por este medio, ya es todo un viejo roble, y es que este viejo roble de la mano de su esposa la señora Rosita, quien merece el mayor de mis respetos, han sabido sacar adelante a toda una familia de cinco hijos, varones todos, y pues hoy creo que ha llegado el tiempo de verlos cosechar parte de todo aquello que han sembrado y abonado durante todos estos años.
La reunión inició el 29 de julio a las 13.45 p.m., y aunque mi ayunado estómago fastidiaba del hambre, mi alma se encontraba llena de curiosidad por el desarrollo de aquella reunión preparada por unos buenos hijos, para probablemente, el mejor de los padres. El brindis de honor llegó a la mesa y uno de los cinco hijos tomó la palabra para agradecer, no solo el momento que se vivía en aquella mesa, sino también agradecer la vida entera y el esfuerzo entero de su padre no solo para con él sino también para con sus hermanos. Increíble aún fue para mí, escuchar a cada uno de amigos, de los Guillermo, agradecer al destino y a la vida el ser la familia con el apellido con tono de nombre. Las voces entrecortadas, las persona emocionadas, y me incluyo yo también, los viejos amigos hablando, la familia agradeciendo, todo un conjunto de palabras de dicha y gloria en aquella reunión originadas por un magnífico ser que la divinidad tuvo a bien enviar a este planeta.
Y es que pienso que Don Luchillo es especial, o al menos no común, gracias a usted Don Luchillo, por enseñarme inconscientemente muchas cosas, gracias por aquel abrazo correspondido en mi fiesta de promoción, que tal vez y usted no recuerde pero yo sí, “tranquilícese amigo Walter”, me dijo mientras lloraba en su hombro semi borracho agradeciéndole por ser como es y por los hijos que tuvo además de la dicha de conocerlos. Y es que la familia de apellido con tono de nombre es especial y los cimientos bajo los que sostiene, estoy seguro son muy fuertes e indestructibles.
Aquel día, después del brindis, no se festejaba un cumpleaños, se festejaba la vida, se festejaba la alegría, se festejaba la unión de una familia, todos bailaban, todos conversaban, todos reíamos asombrados y envidiando a la vez los pasos de baile del tío “Loco”. Aquella tarde que se convirtió en noche, fue un medio día para jamás olvidar, no fue un simple cumpleaños, fue un homenaje a un ejemplo de vida, a un ejemplo de docente, a un ejemplo de padre, a un ejemplo de gente, a un ejemplo dignidad, de humildad, de sencillez y abrumadora grandeza a la vez. El ver a los tíos abrazados a los sobrinos, a los hijos abrazados al padre, a los hijos bailando con su padre, al padre llorando y bailando de felicidad con su esposa, bailando con sus hijos y por sus hijos. A todos bailando y disfrutando por Don Luchillo.
Aquel día para mi, fue muy especial, y en adelante sabré que después del 28, tendré que celebrar el 29, y es que el 29 quedará en mi mente como el día de Don Luchillo, y lanzo este artículo, porque creo que es bueno hacerlo, porque creo que por gente como Don Luchillo el mundo sigue siendo mundo, la gente sigue siendo gente y sobre todo por gente como él, vale la pena aún que el planeta entero no deje de existir. Gracias por todo Luis Félix Guillermo Isla, gracias por todo familia de apellido con tono de nombre, gracias infinitas Don Luchillo, gracias padre, gracias maestro y gracias infinitas buen amigo.
viernes, 5 de agosto de 2011
Un momento en la vida de un hombre…
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que cree que el tiempo se
está agotando, y es que pasan los años y cuando menos lo esperamos ya hemos envejecido, llega un momento en la vida en el que se revisan los errores del pasado para mirar al presente, un momento en el que nos sentamos o nos echamos a la cama a pensar y decimos: ¡Vaya, cómo las cosas han cambiado!
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que das un vistazo al pasado, y revisas los momentos gratos de tu vida, los momentos no gratos también, un momento en el que recuerdas las ilusiones que tenías de pequeño y sonríes recordando aquellas “tonterías” que solías pensar.
Llega un momento en la vida en el que todo te parece cotidiano, en el que despiertas y te dices a ti mismo que vuelve a comenzar un día más. Un momento en el que comienzas a darte cuenta que has caído en la maldita rutina y que a veces te da pereza salir, simplemente de ella.
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que piensas en lo simple de la vida, en lo frágil de nuestra existencia. Un momento en el que viajando observas el paisaje por la ventana y te preguntas, cual es el final del horizonte que observamos, un momento en el que ves a niños semidesnudos por la pobreza, corriendo y jugando sucios en su miseria, pero con una sonrisa chefa y envidiable que ya quisiéramos nosotros tener. Un momento en el que vemos a los niños, tan libres, tan despejados, tan despreocupados de ellos mismos tan humanos, tan inocentes, tan poco como nosotros.
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que regresas a la tierra en la que creciste y simplemente no la reconoces, un momento en el que los niños a los que antes saludabas con una sonrisa por su picardía, hoy simplemente son más grandes y altos que tú, y más triste aún, han perdido muchos la sonrisa que recordabas en sus rostros.
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que decide ser padre o por azahares del destino le toca serlo, un momento en la vida de un hombre que cambia por completo su existencia, un momento en la vida en el que sabes que una vida depende de ti, un momento en el que sabes que tu hijo es lo único que tienes verdaderamente tuyo y te desvives pensando en lo que será de él.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que nos toca ver crecer a nuestros hijos, verlos creciendo y sentirlos rebeldes, tan rebeldes o más de lo que nosotros alguna vez fuimos. Tan adolescentes y tan adoloridos, tan afectos y tan ajenos a nosotros. Llega el momento en el que no somos capaces de superar el conflicto de la vida misma, un momento en el que decidimos pelearnos y discutirle al destino, un momento para decidir que algo anda mal y que algo debe, definitivamente, cambiar.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que su mundo complejo se vuelve sencillo, un momento en el que concluimos, finalmente, con la concepción de haber aprendido a vivir. Un momento en el que decimos, pensamos y asumimos que hemos madurado. Un momento en el que asumimos que nuestro mundo es el adecuado.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que cosecha lo que ha sembrado durante toda su vida, un momento en el que recoge el cariño o recoge el rechazo, un momento en la vida de un hombre en el que asume los errores del pasado, un momento en la vida del hombre en el que se distrae pensando en sus fracasos, un momento en la vida de un hombre frustrado en el que decide dejar de serlo.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que te aburres de tus propios temores, un momento en el que decides enfrentar la vida con coraje y arrasar con todo aquél que se atreva, si quiera a entrometerse en tu camino. Llega un momento en la vida de un hombre en el que todo es casi perfecto, en el que casi todo es posible, y en el que sientes el gozo de haber alcanzado el éxito habiendo recorrido por los caminos del pasado.
Llega un momento en la vida de un hombre, el instante cumbre en el que repasas tu existencia, en el que lloras por lo que dejas, en el ríes por lo que visite, en el que anhelas lo que alguna vez conseguiste, un momento en el que te arrepientes de todo aquellos que no hiciste y de lo que alguna vez hiciste también. Llega un momento en la vida en el hombre, cuando exhala su último suspiro, un momento en el que todo se vuelve luz, un momento de reencuentro con los que se fueron, un momento para sentir que estamos vivos de nuevo, un momento en la vida en el que para los muertos estamos vivos y para los vivos, ya estamos muertos.
está agotando, y es que pasan los años y cuando menos lo esperamos ya hemos envejecido, llega un momento en la vida en el que se revisan los errores del pasado para mirar al presente, un momento en el que nos sentamos o nos echamos a la cama a pensar y decimos: ¡Vaya, cómo las cosas han cambiado!
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que das un vistazo al pasado, y revisas los momentos gratos de tu vida, los momentos no gratos también, un momento en el que recuerdas las ilusiones que tenías de pequeño y sonríes recordando aquellas “tonterías” que solías pensar.
Llega un momento en la vida en el que todo te parece cotidiano, en el que despiertas y te dices a ti mismo que vuelve a comenzar un día más. Un momento en el que comienzas a darte cuenta que has caído en la maldita rutina y que a veces te da pereza salir, simplemente de ella.
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que piensas en lo simple de la vida, en lo frágil de nuestra existencia. Un momento en el que viajando observas el paisaje por la ventana y te preguntas, cual es el final del horizonte que observamos, un momento en el que ves a niños semidesnudos por la pobreza, corriendo y jugando sucios en su miseria, pero con una sonrisa chefa y envidiable que ya quisiéramos nosotros tener. Un momento en el que vemos a los niños, tan libres, tan despejados, tan despreocupados de ellos mismos tan humanos, tan inocentes, tan poco como nosotros.
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que regresas a la tierra en la que creciste y simplemente no la reconoces, un momento en el que los niños a los que antes saludabas con una sonrisa por su picardía, hoy simplemente son más grandes y altos que tú, y más triste aún, han perdido muchos la sonrisa que recordabas en sus rostros.
Llega un momento en la vida de un hombre, en el que decide ser padre o por azahares del destino le toca serlo, un momento en la vida de un hombre que cambia por completo su existencia, un momento en la vida en el que sabes que una vida depende de ti, un momento en el que sabes que tu hijo es lo único que tienes verdaderamente tuyo y te desvives pensando en lo que será de él.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que nos toca ver crecer a nuestros hijos, verlos creciendo y sentirlos rebeldes, tan rebeldes o más de lo que nosotros alguna vez fuimos. Tan adolescentes y tan adoloridos, tan afectos y tan ajenos a nosotros. Llega el momento en el que no somos capaces de superar el conflicto de la vida misma, un momento en el que decidimos pelearnos y discutirle al destino, un momento para decidir que algo anda mal y que algo debe, definitivamente, cambiar.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que su mundo complejo se vuelve sencillo, un momento en el que concluimos, finalmente, con la concepción de haber aprendido a vivir. Un momento en el que decimos, pensamos y asumimos que hemos madurado. Un momento en el que asumimos que nuestro mundo es el adecuado.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que cosecha lo que ha sembrado durante toda su vida, un momento en el que recoge el cariño o recoge el rechazo, un momento en la vida de un hombre en el que asume los errores del pasado, un momento en la vida del hombre en el que se distrae pensando en sus fracasos, un momento en la vida de un hombre frustrado en el que decide dejar de serlo.
Llega un momento en la vida del hombre, en el que te aburres de tus propios temores, un momento en el que decides enfrentar la vida con coraje y arrasar con todo aquél que se atreva, si quiera a entrometerse en tu camino. Llega un momento en la vida de un hombre en el que todo es casi perfecto, en el que casi todo es posible, y en el que sientes el gozo de haber alcanzado el éxito habiendo recorrido por los caminos del pasado.
Llega un momento en la vida de un hombre, el instante cumbre en el que repasas tu existencia, en el que lloras por lo que dejas, en el ríes por lo que visite, en el que anhelas lo que alguna vez conseguiste, un momento en el que te arrepientes de todo aquellos que no hiciste y de lo que alguna vez hiciste también. Llega un momento en la vida en el hombre, cuando exhala su último suspiro, un momento en el que todo se vuelve luz, un momento de reencuentro con los que se fueron, un momento para sentir que estamos vivos de nuevo, un momento en la vida en el que para los muertos estamos vivos y para los vivos, ya estamos muertos.
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